AS (Baleares)

Las secuelas

Esta tragedia que estamos viviendo nos va a condiciona­r en el futuro. Por eso, tras la normalidad habrá que afrontar las secuelas en todos los ámbitos...

- ÁLVARO BENITO

Esta tragedia que nos ha tocado vivir, esta realidad distópica que de golpe y porrazo se ha convertido en nuestro día a día, traerá consigo unas consecuenc­ias terribles de todo tipo para la sociedad, además de todas las pérdidas de vidas humanas que ya alcanzan números realmente dramáticos. Desconocem­os el tiempo que llevará, y si será posible, regresar a la vida que teníamos antes o si, desgraciad­amente, esto cambiará la forma de relacionar­nos entre nosotros para siempre. Imaginando un futuro próximo donde el fútbol y el deporte puedan volver a la competició­n, con toda seguridad sin público, donde se pueda dar un primer paso para recuperar cierta normalidad, llegará el momento de hacer frente a las secuelas.

Primero, las físicas. Las pretempora­das de los equipos profesiona­les oscilan entre 40 o 45 días previos al primer partido oficial y, cuando llega ese momento, el futbolista todavía no está en su mejor estado de forma. Con todos los preparador­es físicos que he comentando este tema, me dicen que para tener un mínimo de garantías de que el número de lesiones no sea abrumador y que se pueda competir a un cierto nivel, habría que disponer de tres semanas previas al primer envite.

Luego vienen las secuelas sobre el estado de forma, de velocidad mental y física en relación al juego o de feeling con el balón. Los futbolista­s han entrenado, pero lo han hecho como lo hace un lesionado, en solitario, sin hacerlo al 100% y en distancias que nada tienen que ver con un terreno de juego. Cuando un jugador lesionado regresa al equipo tras dos o tres meses fuera, tarda casi un mes o más en estar cerca de su mejor versión. Así que tenemos que estar preparados para, como espectador­es, aficionado­s o analistas, ver un nivel de fútbol que, con toda probabilid­ad, esté a cierta distancia del que estamos acostumbra­dos a disfrutar. Cosa lógica.

Secuelas. Por último, y no menos importante, serán las secuelas psicológic­as. Primero, el hecho de regresar a algo parecido a tu rutina cuando tus amigos y familiares quizá sigan confinados, o peor, luchando contra la enfermedad. También el hecho de estar aislados durante el periodo que requiera acabar las competicio­nes, sin el consuelo y el apoyo de tus allegados cuando las cosas no salgan, cuando no te convoquen o cuando caigas lesionado.

Está claro que todos debemos de adaptarnos, ser fuertes y poner nuestra mejor disposició­n para superar una situación que nunca nos hubiera gustado vivir y que la incertidum­bre de no saber cuando y como será el mañana que nos espera es casi tan duro como el propio presente.

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Vinicius, entrenándo­se en el gimnasio de su casa en Madrid.
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