AS (Baleares)

Kiko “El oro fue una patada en el culo p’arriba”

- ENRIQUE ORTEGO

Con 20 años era Quico, marcó dos goles en la final contra Polonia y conquistó el oro Olímpico en Barcelona 92. Con la Selección absoluta no tuvo la continuida­d que su calidad presumía.

Francisco Miguel Narváez Machón (Jerez de la Frontera, 26-4-72) se colgó el oro en Barcelona 92. Sus dos goles de la final le abrieron seis meses después la puerta de la absoluta de Javier Clemente. Su buena memoria y su cultura futbolísti­ca le permiten recorrer su carrera como internacio­nal con el gracejo que su tierra le dio.

—Prácticame­nte su primera experienci­a con una ‘Roja’ en su cuerpo fue en los Juegos Olímpicos…

—Sí. Antes sólo había jugado un amistoso con la Sub-19 en el que Portugal nos dio un meneo tan grande que tuve mis dudas sobre sí podría yo ser futbolista. En los Juegos era el segundo más joven. Alfonsito, de septiembre y yo de abril del 72. Venía de salvarme del descenso contra el Figueres. Pensaba que no iba a ser titular, pero el ‘pitufo’ (Manjarín) se rompió el aductor y en el día a día me gané el sitio al lado de Alfonso. —Aquella concentrac­ión tiene un libro. Pasó de todo. Problemas con las primas, el motín porque no les dejaban ir a Barcelona a la inauguraci­ón… —Hubo muchas movidas. La Federación no quería darnos nada por jugar porque era una competició­n olímpica. Algunos jugadores tenían dudas sobre si ir o no. Se pedía una contrapres­tación por quedarnos sin vacaciones. Al final jugamos gratis.

—Pero sí tuvieron la ‘Libreta Campeones’, un Plan de Pensiones para todos los ‘oros’ y que cobrará usted dentro de dos años… —-Para cuando cumpliéram­os los 50. Algún compañero, como Cañizares, ya lo ha cobrado. No sé a cuanto tocaremos. Mi padre seguro que está al tanto. Unos 50 o 60.000 euros.

—El follón gordo fue cuando Miera no quería que fueran a la inauguraci­ón a Barcelona.

—Se montó buena. Le habíamos metido cuatro a Colombia y queríamos disfrutar de los Juegos y estar en lo más bonito, que era estar con el resto de los deportista­s. Encima que íbamos por la cara. Teníamos a Solozábal, el Robertito era ideal para llevar la UGT. Le dijimos que nos costeábamo­s nosotros el chárter. Miera decía que eran cinco o seis horas de pie. Le explicábam­os que esa vivencia no se nos iba a olvidar en la vida. —Al final fueron por narices… —Y la vivimos bien. Llevábamos una cámara de esas que se ponía en la cintura y nos pegábamos por sacar la cabeza al lado de los famosos en la tele… Nos echaron después la bronca por la imagen que habíamos dado. Cuando vimos a los del Dream Team nos fuimos a abrazarlos. Lo pasamos de categoría. Fuimos por la mañana y volvimos de madrugada a Valencia. Era un chárter muy pequeñito. Mereció la pena. Es lo que tenemos grabado todos. Vemos la película cuando nos juntamos. En el fondo, Miera tenía razón. Fue una paliza. —Desde el punto de vista de los técnicos, mandaba Miera, Kubala era su ayudante y ya estaba nombrado el nuevo selecciona­dor, Clemente, que aparecía de vez en cuando…

—También Miguel Sánchez, la mano derecha de Vicente. Clemente apareció al final. Hubo un día en el vestuario que fue violento. Estaba Miera dando la charla. Fue incómoda la situación de verlos juntos. Pero tampoco llegó la sangre al río. Podría haberse evitado. —La Selección jugaba con tres centrales… —Toni era el portero. Abelardo, Solozábal y SuperLópez los centrales. En la derecha Chapi (Ferrer), en la izquierda Lasa y Berges, uno por delante del otro. El Pep y Luis Enrique por el medio y arriba Alfonsito y yo, que nos complement­ábamos bien. También jugaron Amavisca, Pinilla, ‘Chicho’ Soler… Muy buen equipo. El Pep llevaba la manija, abriendo a las bandas, a uno o dos toques, a los carrileros que teníamos muy abiertos. El ‘Lucho’ (Luis Enrique) era incansable. Contagiaba y tenía una llegada ‘el mamón’. —Lo que más le marcó fue la conexión con Pep Guardiola… —Pensaba medio segundo antes que los demás. Cuando me descolgaba del central de turno, él lo veía claro. Pensaba que no me estaba mirando y me daba la pelota al pie en el momento oportuno. Era como estar en el paraíso.

—En Valencia, en un hotel del puerto que estaban, no existía ningún ambiente de Juegos. —No, pero casi fue mejor. Tengo mis dudas si hubiésemos llegado a la final si hubiéramos vivido en la Villa Olímpica. Aquello te distrae mucho y con 20 añitos y las hormonas fuertes de verdad no sé qué hubiera pasado. Mucha distracció­n. Fue muy importante estar aislado.

Vital. La Villa era propensa a la distracció­n. Sí, sí, sí… —¿Cuándo se dieron cuenta de que podían colgarse el oro? —El día del debut contra Colombia, que le metimos cuatro, tenía aquello muy buena pinta. En el previo cundía el pesimismo y no había ni la ilusión ni las perspectiv­as con las que se tenía que ir a unos Juegos. Todo enrarecido. Enfadados… La manera que jugamos contra Colombia nos hizo cambiar de idea y cuando ganamos a Italia, que tenía un equipazo, ya dijimos "vamos a por el oro".

—La final contra Polonia en el Camp Nou. Primer recuerdo que se le viene a la memoria. —La pancarta que llevan 15 amigos míos. “Quico, er mejor de Jerez”. Habían cogido tres Ford Scort y se plantaron en Barcelona los tíos. La vi desde el primer momento. Cuando marqué el primer gol, el del empate, les saludé y al final, cuando dimos la vuelta de honor, les hacía un gesto como si tuviera un volante, para que tuvieran cuidado en la carretera a la vuelta. La podían liar parda y no iban a estropear la cosa. Estaban mis padres que fueron con unos amigos.

—Su vida cambió en ese momento…

—Y claro. Fue un salto en todos los aspectos. Me di cuenta de que podía llegar hacer algo en el fútbol. Era el ‘Ceniciento’ del grupo.

—¿A qué supo esa medalla? —Mi madre la tiene. Había estado padeciendo desde los 13 años que me fui a Cádiz a vivir a una pensión. Fue un salto. Meterme en el meollo. Un empujón y una patada en el culo p’arriba, p’a adelante. Vi que podía cumplir muchas cosas de las que había soñado. —Su debut con la ‘A’ no es automático. Pasan unos meses para que Clemente le llame.

—Primero voy a la

De la final “Recuerdo la pancarta de mis colegas: Quico, er mejor de Jerez”

Dudas “No sé si hubiéramos llegado a la final de haber estado en la Villa”

La Roja “Nunca fui indiscutib­le en la Selección, era un poco guadiánico”

Balance “Éramos buenos, pero los mejores de la historia son los tricampeon­es”

Sub-21. Había gente de bastante calidad y experienci­a en la ‘A’ y con 20 años se me hacía un poquito grande. Debuté contra Letonia. Estaba aún en el Cádiz. Clemente les decía a los compañeros: “Mirad como es de grande. Pelota arriba, la deja, la prolonga y los medios seguimos la segunda jugada”. Así todos los días. Empieza el partido, me mandan una por arriba, miro para atrás y el central era más grande que yo. Miré para el banquillo y le dije: “Qué, ¿me las tengo que llevar todas? ¿No has visto como es éste de grande? Mejor jugar por abajo que ahí se la puedo liar”. Los compañeros se ‘despelotab­an’ de mí. Al final me la daban por abajo.

—El día que debuta coincide con el primer partido en el que Butragueño no va a la Selección. Vamos que usted le jubila…

—El míster fue cambiando y buscando jugadores de su filosofía y de su gusto. De lo que sí era consciente es que no había coincidido con él nunca. ¡Con todo lo que el Buitre fue para la Selección! Lo jubilé aquel día porque después no me afiancé, ni fui un tío indiscutib­le. No era mucho mejor que los compañeros que había y así hay que reconocerl­o. Si hubiese marcado la diferencia hubiese sido un fijo. Nunca llegué a serlo. Fui un poco ‘guadiánico’. Aparecía y desaparecí­a. Cuando mejor estaba, con 26 o 27 años, con Sacchi en el Atleti y ya con Camacho de selecciona­dor, es cuando hubiera podido tener más continuida­d. Me sentía fuerte, líder y con mayor confianza y fue cuando me terminé de romper el tobillo derecho…

—Y luego llega la operación de los dos tobillos a la vez. —Es una de las espinas que tengo clavada. Se me truncó todo y me tuve que retirar con 29 años. Estuve un año intentándo­lo, pero mi cabeza iba por un lado y mis tobillos por otro. Fue cuando el fútbol me abandonó a mí. —Retrocedam­os. Juega el España-Dinamarca que clasifica para Estados Unidos 94, pero no va al Mundial.

—Juego un rato por Julito (Salinas). De ese partido me llama la atención la manera de currar de todo el equipo con un hombre menos. ¡Qué equipo más ‘pesao’! No ir al Mundial fue un palo gordo, un ‘palazo’. Llamó a un jugador de otro perfil, Juanele. Yo pensaba que iba a ir. —Desaparece dos años, hasta noviembre del 95.

—Los dos años de duda. No estuve a la altura en el Atlético. Seguro que hice bastantes méritos para no estar. No me terminaba de encontrar. Me ganaría a pulso no ir. —Llega su primera gran competició­n. La Eurocopa 96. —Nos fuimos con un sabor de boca muy amargo. A Inglaterra le dimos un repaso. Me encontraba lúcido, con chispa, no me pesaban las

botas. Nos cortaron las alas en el momento que mejor estábamos. Íbamos de menos a más descaradam­ente. Es un lunar en mi carrera. Nos podíamos haber metido en la final como hizo Chequia. Hicimos todo bien ese día. En el tema de la personalid­ad y de echarle dos… y en el tema del fútbol. Esa tarde en un córner, en el clásico forcejeo, me vino una bofetada de alcohol a la nariz. Se lo dije a Alkorta. Aquí hay algo raro, pensé.

—Mundial 98. Mayor decepción aún.

—Teníamos un equipo dinámico, fuerte, potente, con Raulito emergiendo. Nos mataron los pequeños detalles y nos faltó algo de finura en momentos determinad­os. Ahí fue lo de Nigeria que siempre me echa en cara Clemente. Mutiu dio un paso adelante y cuando me doy cuenta ya no llego. Se me anticipó. En un Mundial cualquier error o fallo se paga. Todos tienen una trascenden­cia del ‘copón’ y en la historia se multiplica­n. Yo me zampé con ‘papas’ aquel marcaje y aquel gol en el primer palo.

—Después llega Chipre y la destitució­n de Clemente, que vive de primera mano. —Cada vez que llegaban nos hacían un golazo… Estaba ya todo un poco revuelto. Estábamos medio tocados de desilusión. Fue un partido rarísimo. Cañizares dice que fueron los tres mejores goles que le hicieron en su vida.

—Ese día Clemente jugó con cinco delanteros. Empezaron Alfonso-Raúl-Morientes-Luis Enrique-Etxeberría. Usted entró por Alfonso en el 39’… —Parece un equipo hecho por Guardiola… ¡Qué de gente por delante del balón! Choca. Parece como si fuera un pulso. Qué queréis muchos delanteros… Pues mira lo que puede pasar. Era la antítesis de lo que había propuesto el míster muchas veces.

—¿Usted es clementist­a? —Sí tuviese que votar, votó a su favor. No me llevó al Mundial, pero tenía algo muy importante conmigo y con todos. Iba siempre de cara y fue el escudo ideal que podía tener un futbolista o un equipo. Y más la Selección. —Kiko forma parte de una de las generacion­es del ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’.

—N o s s e n t í a mos vacíos. No encontrába­mos explicació­n a que cosas tan bien hechas no cuajaran. Era pura impotencia. Con el paso de los años tienes la sensación de que, en algunas zonas del campo, nos faltó lo que les sobró a los tricampeon­es. Los pequeños detalles que tenían. Iker, Xavi, Iniesta… Ellos, los mejores de la historia, tenían esa finura y ese talento que a nosotros nos faltó.

—¿Le hubiera gustado nacer unos años más tarde para haber coincidido con los mejores de la historia, como usted los llama?

—Y más con mi forma de jugar. Con cinco centrocamp­istas, un ‘9’, o un mediapunta, que fuera a recibir para asociarse con ellos… Hablamos de uno de los tres centros del campo más importante­s de la historia del fútbol. El de Brasil del 82, la Francia de Platini, Tigana, Giresse, Luis Fernández… y la nuestra con Busquets, Xavi, Xabi, Iniesta y Silva… La gran diferencia eran esos cinco y Villa. En ese equipo tricampeón sí veo a Chapi Ferrer, Fernando Hierro, Sergi… en la defensa. Cuando los veo y veo a los que antes habíamos estado ahí, veo las diferencia­s. No hay que buscar otras conclusion­es. —¿Qué nota pone a su experienci­a con la Selección? —Me quedé a medias. Agridulce. Fui ‘guadiánico’. Como un electrocar­diograma para arriba, para abajo.

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Kiko fue el héroe del oro olímpico en Barcelona 92.
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 ??  ?? El segundo gol de Kiko en el cuadro del Museo de la Federación.
El segundo gol de Kiko en el cuadro del Museo de la Federación.

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