Recopa y homenaje a Zaragoza
Nietzsche defendía la idea del eterno retorno, creía que todo lo que ha sucedido se vuelve a repetir, que queda grabado en algún cruce del eje espacio/tiempo que constituye el universo.
Según ese eterno regreso, todo lo que ha sucedido en nuestras vidas se repite eternamente en algún lugar del cosmos, así debe ser para que el presente pueda existir. El 10 de mayo aconteció y siempre se repetirá eternamente un hecho. El Real Zaragoza gana la Recopa y todos los que allí estuvimos pudimos ver a nuestro equipo, al que se consideraba inferior al Arsenal, ganar una competición europea de máximo nivel.
Sucedió cuando el fútbol todavía no era el imperio televisivo de la Champions y tampoco había el desajuste de poder económico entre los que controlan los ingresos y los que no lo hacen.
Me reconforta saber que en algún lugar de ese cruce temporal, en ese eterno retorno, estamos todos los que presenciamos aquello que pasó a la historia. Mis queridos hermanos, mis amigos, mi padre, que todavía no se había marchado hacia lo desconocido. Y sobre todo, una ciudad con alma de león que logró un hueco para la eternidad, una realidad que siempre permanecerá más allá de este tiempo fugitivo que nos desconoce. Siempre nos quedará París, allí estaremos dentro de ese círculo sin final de amistad y gloria. Lo imposible se puede acariciar con los sueños.
Buñuel habló de destruir lo real y crear un sueño que lo superase, mero surrealismo para la construcción de una nueva realidad. Galdós inmortalizó la lucha de la ciudad, por eso, entre tiempos de silencio y crisis sanitaria siempre habrá una lengua viva que cante: “Zaragoza no se rinde”. Jesús Soria Caro
Zaragoza