Guillamón, contra el caos de los centrales
El canterano ordenó la salida del Valencia
El despertar del fútbol deparó una actuación notable de Muniain ante el Atlético. El Villarreal volvió con ideas y piernas, y Embarba diferenció al Espanyol.
Ilusionar desde el principio. La nueva normalidad no altera las reglas elementales que sostienen a un equipo. Que se lo digan al Valencia. Disponer de centrales fiables asegura la estabilidad y aproxima los triunfos. En Mestalla no abundan, aunque esta carencia acondiciona posibilidades de futuro. La controvertida gestión de la defensa ha permitido descubrir el talento de Guillamón (20 años). Su protagonismo en el derbi abrumó por la jerarquía y la técnica en el desplazamiento. Dio seis pases en largo buenos y sumó 22 entregas a Gayà y Guedes. El portugués venía por dentro y el lateral invadía el espacio libre con Guillamón en la operativa de la jugada. Al Valencia le urge atar a un central con una proyección interesantísima.
La clase magistral. En otro momento, Muniain también llegó para quedarse. El primer tiempo frente al Atlético constituyó un manual de fútbol en sí mismo. Con sus movimientos entre líneas y su capacidad de atracción desarmó a un rival demasiado aculado. El Atleti se vio apurado por las superioridades en la circulación que insistentemente creaba el mediapunta navarro. Muniain descifró la debilidad que se manifestaba a la espalda de Thomas. Recibía por dentro o en el perfil donde se acumulaban más jugadores para después orientar el balón hacia el lado débil.
La situación favorable. La incomprensible expulsión de Pacheco abarató la victoria del Espanyol. Pese al salvavidas, tampoco hay que quitarle mérito a los de Abelardo. La superioridad numérica solo es tal si quién la disfruta es capaz de interpretarla correctamente. El Espanyol lo hizo con una posesión viva y equilibrada, de banda a banda (32,3% de los ataques por la derecha y 37,3% por la izquierda). Se benefició del trazo vertical y atrevido del fútbol de Embarba, un jugador distinto.
El valor de la abundancia. La relevancia de la profundidad de plantilla se acentúa en este esprint final. La opción de realizar cinco cambios refresca piernas e ideas. Del banquillo de Calleja salieron Bacca, Chukwueze y Trigueros, claves ante el Celta. Antes había comparecido un Villarreal de muy buen ver. Con Cazorla y Moi Gómez por dentro, Mario y Alberto Moreno tomaron metros por fuera y enredaron a un Celta que no sabía cómo ajustarse. La escena propició el dominio del Villarreal, con una posición media muy alta (54,8 metros) y una posesión de casi el 60%, hasta que Óscar cambió a un sistema de tres centrales, dos carrileros y dos pivotes para tapar los agujeros. El partido lo equilibró, pero al Villarreal le quedaban más balas.