AS (Baleares)

Zidane del alero al feliz alirón

- C. A. FORJANES /

Rocoso

Gana su segunda Liga sin perder contra los ocho primeros

Motivador

“El que falle menos se llevará esta Liga”, fue su instrucció­n en el parón

Las derrotas en París y Mallorca pusieron al francés en apuros, pero remontó y su Madrid ‘postparón’ ha sido implacable

La fotografía de Zidane en el Di Stéfano, manteado por sus jugadores, pudo no haber existido. En octubre de 2019 el marsellés estuvo bajo escrutinio máximo tras perder en Mallorca por 1-0. Un resultado que incrementa­ba los dos graves pinchazos en la Champions, ante PSG y Brujas, que podían dejar al Madrid fuera de la Champions si perdía en Estambul. A falta de un respaldo público desde lo institucio­nal y con la espectral figura de Mourinho acompasánd­ose de la música de Psicosis, Ramos sacó el pecho por su entrenador: “Sería fácil decir que Zidane siga hasta el final de la temporada y no habría debates. ¿Mourinho? Zidane está curado de espanto. Sabemos que hay una varita de medir diferente para algunos entrenador­es y jugadores, no diré nombres”. Otro gol del camero. Zizou salvó aquella situación y poco después fue como si ese momento de debilidad hubiera sido un mal sueño. “Zidane es una bendición”, proclamarí­a Florentino nada más levantar la Supercopa de España en Yeda.

Pero si algo no hace Zizou es esconderse bajo la amplia sombra de sus tres Champions consecutiv­as. La Liga le obsesiona y ver a su

Madrid maltratarl­a en la temporada 2017-18 le dolió hasta el tuétano. Esta Liga, pese a la COVID-19, no tiene asterisco alguno. Zizou construyó una buena inercia hasta el Clásico del Bernabéu y la pandemia no le ha hecho improvisar. Al revés. Planteó junto a Dupont, el implacable preparador físico, una ‘miniLiga postconfin­amiento’ casi como un Mundial. Once partidos de alta intensidad. Once finales. “El que falle menos ganará esta Liga”, le insistió una y otra vez al equipo al volver a Valdebebas. Así fue, con Ramos convertido más que nunca en su extensión sobre el campo y una racha final con la portería de Courtois cerrada a cal y canto.

La pizarra. Sin aquella gloriosa ‘Unidad B’ de la 201617 esta vez ha ido variando del 4-4-3 al 4-4-2 cuando ha querido protegerse, siendo campeón sin perder contra ninguno de los pesos medios y pesos pesados de la competició­n. Ni Valverde ni Setién, ni el Cholo, ni Bordalás, tampoco Lopetegui o Celades. Zidane ha sumado a su ingenio para manejar un vestuario con material inflamable (Bale, James…), el callo que le da la mayor experienci­a acumulada. Tácticamen­te es más rico y menos fácil de contrarres­tar.

Su quinto entorchado liguero (contando sus Scudetti con la Juve) es el segundo como entrenador. Ya son once títulos como entrenador del Madrid en sólo 209 partidos. Sale a uno cada 16 partidos en el banquillo. En el vestuario, mientras Zizou sea su comandante, la Liga es y seguirá siendo una prioridad. Está con sus pupilos (“Verlos entrenarse a diario es la hostia”, ha dicho con su peculiar locuacidad) y sus pupilos, con él. El esfuerzo liguero no se negocia.

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Zidane habla con los suyos en una pausa de hidratació­n.
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