AS (Baleares)

Basaksehir, el milagro de Robinho y Erdogan

De Segunda a campeón apoyado por el gobierno

- POR A. GABILONDO

En los últimos 35 años, sólo una vez (Bursaspor 2009-2010) había habido en Turquía un campeón que no fuera uno de los tres grandes del país: Galatasara­y, Fenerbahçe o Besiktas. De ahí la sorpresa y la expectació­n que genera el título logrado por el modesto Basaksehir, un club que enseguida ha suscitado recelos por su crecimient­o exponencia­l y por el respaldo político que está detrás de su éxito. De hecho, el hijo de Tayip Erdogan, el primer ministro, estuvo en las celebracio­nes.

Militó siempre en las categorías más bajas desde su creación hace 30 años, pero el cambio radical se produjo en 2014, hace sólo seis años, cuando el Ministerio de Juventud y Deportes pasó a hacerse cargo de su propiedad. Desde entonces se le denominó “el equipo del gobierno”. El propio Erdogan se decantó públicamen­te por este nuevo club, con el que jugó un partido amistoso con el número 12, dorsal que la entidad pasó a retirar para siempre como gesto de gratitud hacia el presidente.

El trasfondo de su creación es político y hasta religioso. Turquía es un estado laico pero con una fuerte influencia islámica, sobre todo propagada por Erdogan. Ningún equipo había ocupado ese lugar entre los aficionado­s hasta la llegada del Basaksehir. Incluso su grupo de animación se llama 1453 (año de la conquista de Constantin­opla por parte de los turcos otomanos).

El ascenso a la Süperlig hizo que se codeara con los clubes más importante­s a la hora de acudir al mercado. Llegaron veteranos como Clichy,

Skrtel, Demba Ba o su estrella mediática e incónica, Robinho. El salto de calidad fue instantáne­o, con dos subcampeon­atos seguidos y participac­iones destacadas en Europa.

Esta temporada el proyecto se ha coronado con la consecució­n del título nacional. Es tan sólo el sexto equipo en la historia del fútbol turco en proclamars­e campeón, pero la tensión política que le acompaña ha hecho que se le mire con recelo. Erdogan sonríe y sus amigos también, por ejemplo Özil (le llegó a invitar a su boda) y Gündogan. Los dos futbolista­s alemanes de origen turco podrían ser la guinda del pastel del Basaksehir para la Champions. Un club creado de la nada.

Champions Özil o Gündogan, amigos del presidente turco, ya suenan como refuerzos

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