AS (Baleares)

Davidovich crece

El malagueño progresa con la ayuda de un psicólogo ● Hoy se mide en octavos con Zverev y Carreño, con Djokovic

- N. ALBARRÁN /

Hacía muchos años que el tenis español no tenía a un joven de 21 años en los octavos de final de un Grand Slam. El último que llegó a esas alturas con la misma edad que tiene Alejandro Davidovich ahora fue un tal Rafa Nadal, en el Abierto de Australia de 2008. El malagueño, hijo de rusos, ha progresado mucho desde que ganó el torneo júnior de Wimbledon y por ello fue Premio Promesa AS en 2017. Hoy (18:30, Eurosport), se enfrenta al alemán Alexander Zverev, 4º favorito, sin nada que perder.

Una las claves de la mejoría que le ha llevado a alcanzar la cuarta ronda en su debut en el cuadro final del major estadounid­ense (cayó el año pasado en la previa), además de la calidad innata de su tenis y de su físico imponente, está fuera de las pistas. Desde los 12 años recibe el apoyo de un psicólogo, Antonio de Dios, que le acompaña en ocasiones cuando juega (estuvo con él en el torneo de exhibición de Villena en agosto). Para Alex, un tenista eléctrico, de movimiento­s rápidos y con tendencia al nerviosism­o y la irritación, el especialis­ta mental es una pieza fundamenta­l en el equipo que capitanea su entrenador, Jorge Aguirre. Dice que le ayuda “a no ser tan ansioso durante los partidos”.

“Ahora soy más constante, aunque mantengo parte de mi locu- ra. Trabajamos para que sea más calmado”, explica Davidovich, un chico simpático, extroverti­do y peculiar. En una breve charla postpartid­o con Alex Corretja y el periodista Antonio Arenas en Eurosport, se extrañó cuando el exjugador y comentaris­ta le habló sobre el momento en el que iba “con un break abajo en el tercer set”. “¿Iba break abajo? No me acuerdo, no me había dado cuenta. Es que una de las cosas que trabajo con

Antonio es que me dé igual el resultado, que haga lo que tenga que hacer y ya caerá”, explicó el andaluz antes de reconocer con la misma gracia que no sabía quién era su siguiente rival.

Él se centra en su tenis y deja lo demás en manos de su gente, que está ahí siempre para él. “Estoy superagrad­ecido, sin ellos no estaría donde estoy. Somos una familia. Antes del partido (contra Norrie) casi no dormí. Me levanté con un nudo en el estómago, muy nervioso y llamé a mi psicólogo. Me tranquiliz­ó con un par de consejos (que disfrute y no pelee contra los nervios) y luego al jugar no me enfadé en ningún momento aunque fallara, saqué mi tenis y mucha confianza”, confesó en la rueda de prensa y dijo que el trabajo con De Dios siempre fue “muy duro”. “Fui rebelde en años pasados y él me llevó, junto con Jorge, por una buena línea. Se me pasan muchas cosas por la cabeza y estamos amueblándo­la un poco para no comérmela tanto”.

Esos esfuerzos le han colocado en la posición en la que estará hoy, en los octavos de final del US Open y ante Zverev, un rival al que nunca se ha enfrentado, y con ganas de “vivir la vida”. De momento, su éxito le hará subir muchos puestos en el ranking de la ATP. Antes del torneo, partía desde el 99, virtualmen­te está en el 69 y si se metiera en cuartos rozaría el top-50. Un subidón.

En la jornada de hoy (20:00), juega otro español, Pablo Carreño, ante el hasta ahora imparable (25-0) Novak Djokovic (3-0 para el serbio). El gijonés no se entrega: “Él es el favorito, nadie le ha vencido y será muy complicado ganarle, pero hay que pensar que hay posibilida­des y que siempre hay una primera vez”.

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Alejandro Davidovich celebra uno de los puntos que ganó ante Cameron Norrie en la tercera ronda del US Open.

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