AS (Baleares)

“Para el Espanyol fue un drama estar en Segunda”

- ALBERTO MARTÍNEZ

Ahora vive en Marbella, alejado del ruido, pero los zurriagazo­s de José Luis Zalazar (Montevideo, 1963) son inolvidabl­es (364 partidos y 88 goles). Se inició en el Cádiz, se frustró en el Espanyol y triunfó en Albacete. De Mágico a N’Kono pasando por Iniesta. Incluso fue un referente para Sergio Canales en Santander.

—Brilló en el Albacete, pero se estrelló antes en el Espanyol en Segunda. ¿Qué pasó esa temporada 1989-90?

—Mi fichaje fue muy complejo. Había jugado en el Cádiz, pero tenía que volverme a México. Yo quería seguir en España y llegó la oferta del Espanyol. Estuve dos meses sin entrenar. Había mucha exigencia y ansiedad. Llegué una semana antes del inicio de Liga y Joanet, el entrenador, me puso a jugar. Yo no estaba bien. Aún había grandes referentes de la UEFA del 88 y se tenía prisa... —¿En las gradas de Sarrià se notaba esa ansiedad? —La afición estuvo muy intensa con el equipo. Que una institució­n como el Espanyol estuviera en Segunda era un drama. Cuando mejor estaba me dieron la baja y ficharon a Archibald. Seguí entrenando sin ficha, haciendo

El Espanyol se mide al Albacete en su quinto curso en Segunda el sábado. Zalazar vivió esa etapa en la 89-90.

grupo. En los partidos de los jueves era el mejor… Juanjo Díaz, el entrenador después de Joanet, me lo decía: “Te sales y no te puedo poner”. No me dieron ni la oportunida­d de hacer la pretempora­da con Luis Aragonés al año siguiente. Recuerdo con cariño sus palabras: ‘Te acompaño a la oficina a buscar una solución’.

—La solución fue Albacete, ¿no era un club muy modesto? —Me salen dos opciones: volver a Peñarol o ir al Albacete, que era un equipo de un ciudad pequeña que ascendía de Segunda B. Me lo pensé bastante, pero hice la mejor elección de mi vida.

—¿Qué se encontró?

—Un club y un equipo que eran una familia. Y un entrenador, Benito Floro, que era un adelantado a su tiempo, y creíamos en él. Caí de pie, con la gente y la ciudad. —¿Por aquel entonces recuerda ver a Iniesta en el fútbol base? —Cuando acabábamos de entrenar los sábados, incluso los del frío invierno, le decía a un compañero que firmara la convocator­ia por mí, que yo iría a ver jugar a ese niño llamado Iniesta. Iba sudado, ni me duchaba. Tengo buena relación con él y la familia.

—Antes de Espanyol y Albacete, Cádiz. Con Mágico González. ¿Cómo define esa experienci­a?

—No vi otro jugador como él. Era un bohemio, muy peculiar, de tan bueno que era, era malo para él. Pero fue y sigue siendo feliz. Yo estaba en el campo ese día de Valencia, cuando en el Luis Casanova 40.000 personas sacaron pañuelos después de su golazo. Vi cosas de Mágico que no he visto más. Viéndolo entrenar agarraba una naranja o un limón y las dominaba. —¿Y fuera del campo? —Hay muchas. Mágico andaba siempre con un enano, que venía a los entrenamie­ntos. Y Víctor Espárrago no le dejaba entrar durante la sesión, solo al final. Utilizábam­os unos balones que se llamaban Tango, que eran más grandes, y todos de broma intentábam­os hacerle caños al enano. Nadie pudo. Agarró Mágico el balón, la pisó como sólo él hacía y le hizo un caño. Era imposible.

—Antes de aterrizar en España, ¿en su infancia tuvo dificultad­es sociales y económicas? —Mi recuerdo es espectacul­ar hasta los nueve años, pero luego dio vuelta la convivenci­a de mis padres. Lo pasé mal, se separaron.

—¿Esa pasión por el fútbol le llegó de las historias del primer Mundial de Uruguay o del Maracanazo?

—Crecí con eso. Tuve la suerte de que Roque Gastón Máspoli, que había sido campeón en 1950, fue mi técnico. También conocí a Ghiggia. Un uruguayo nace y muere con el recuerdo del 50. Con el Maracanazo. —Y de ahí a ser historia viva del Albacete y de LaLiga, también en Uruguay. ¿Cómo aprendió a golpear tan bien el balón?

—Me crié jugando descalzo. Siempre tuve ese don. Cuando estaba en Santander, Correa y yo nos quedábamos a golpear descalzos tras la sesión. Marcos Alonso alucinaba. Guardo un recorte de prensa de Canales, en el que aseguraba que vernos golpear era un recuerdo de su niñez. Además, no fallábamos una.

Los sábados en Albacete me iba sudado a ver jugar a un niño llamado Iniesta”

Mágico, de tan bueno que era, era malo para él. Hizo cosas que no vi más”

 ??  ?? José Luis Zalazar, en el puerto de Benalmáden­a, donde reside ahora alejado del fútbol. Permanecen los recuerdos de los 80 y 90.
José Luis Zalazar, en el puerto de Benalmáden­a, donde reside ahora alejado del fútbol. Permanecen los recuerdos de los 80 y 90.

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