Deporte en tensión
El deporte español anduvo todo el miércoles en plena tensión, en un cruce de reuniones, llamadas y estrategias que, paradójicamente, buscaban el mismo objetivo: la reanudación de las competiciones no profesionales en tiempos de pandemia. El escenario era diverso, con políticos y dirigentes de todos los colores. El Gobierno, las Comunidades Autónomas, las federaciones deportivas, el Comité
Olímpico, los municipios, los organizadores… Si quieren una historia de buenos y malos, no esperen encontrarla aquí. Sobre la mesa había dos principios difícilmente cuestionables, te sientes en un lado o en el otro. Como la vida sigue, a pesar del tremendo golpe del coronavirus, el deporte tiene derecho a continuar su actividad, también en sus disciplinas de carácter amateur, que son la gran mayoría. Y como queremos que la vida siga, cualquier decisión que se tome en cualquier colectivo tiene que venir acompañada de medidas de seguridad. La ecuación se resolvería en dos palabras: Deporte seguro. Sólo había que encontrar la fórmula para alcanzarlo. Y el dinero. Entre todos.
El ambiente se caldeó el martes cuando el CSD emitió una nota con la que desistía de culminar un protocolo común, a nivel estatal, para el regreso del deporte por equipos. La obligación de test de detección a los deportistas, algo que parece de sentido común según está el patio, y el límite de público eran los puntos calientes. Las reticencias de cuatro comunidades llevaron el caso a ese extremo, por encima de la actitud de las federaciones, que lo único que quieren es una solución. Hay que recordar que el deporte no profesional depende de las autonomías, lo que dificulta la negociación. El comunicado sirvió de revulsivo. Un día después existe un principio de acuerdo, con la intervención incluso de Sanidad. El problema no es exclusivamente deportivo. Este partido también lo juega la salud.