AS (Baleares)

Barça y Athletic divisan un oasis

Dos equipos con un año para olvidar esperan curarse con la Supercopa ● La duda de Messi marca la previa ● Marcelino, a por la gesta

- SANTI GIMÉNEZ

Perdidos en una travesía del desierto que ya dura demasiado y no se sabe muy bien a dónde les conduce, dos equipos perdidos sueñan con que han encontrado el camino correcto y divisan un oasis que en Sevilla. En la Isla de La Cartuja esta noche Barcelona y Athletic Club disputarán la final de la Supercopa (21 horas Vamos) para curar sus heridas. El oasis no admite agua para ambos. Sólo uno podrá saciar su sed tras una penitencia de meses. Ambos necesitan un triunfo que en otras circunstan­cias parecería menor, pero que a día de hoy es maná en el desierto. Hasta llegar aquí, por el camino han caído jugadores, técnicos y presidente­s de ambas entidades. Todas esas crisis pueden quedar olvidadas si la pelota entra esta noche. No es la Supercopa un título para justificar una obra de gobierno, pero puede arreglarla en tiempos de carencia. Y los dos finalistas necesitan ese premio que se otorga hoy en Sevilla.

Empecemos por el Barcelona, cuya travesía del desierto empezó precisamen­te hace un año en Arabia Saudí, cuando cayó en la Supercopa ante el Atlético. Por aquel entonces el equipo de Valverde era líder de LaLiga, pero perdió esa semifinal y a partir de ahí se encadenaro­n una serie de catastrófi­cas desdichas en las que el Barça, ante la decisión mala o peor, siempre optó por la pésima. A partir de esa Supercopa se fue a buscar a

Messi

Será duda hasta última hora y de él depende el plan de Koeman

Williams

Ante el Barça ve la portería más grande que ante otro adversario

Setién después de que Xavi dijera que no, con Pochettino no se atrevieron y Koeman no pudo. La travesía del desierto que empezó en Arabia vivió su momento crítico en Lisboa con el 2-8 y el intento de abandonar la caravana de Messi. Ahora, exhaustos, con heridos y sedientos, los barcelonis­tas ven en Sevilla un pozo donde recuperar fuerzas.

Orgullo y Athletic.

En el camino opuesto que lleva al oasis, el Athletic también llega habiendo sufrido lo suyo. Sigue esperando jugar una final de Copa (en la que para llegar eliminó al Barcelona, por cierto) que debía de ser histórica ante la Real Sociedad, pero antes debe de jugar la Supercopa. Llega a esta final consciente de sus problemas, pero con el orgullo reparado. Ha dejado en la cuneta al Real Madrid en la semifinal contra todo pronóstico y tiene argumentos para creer que el oasis puede ser suyo. Marcelino fracasó ante el Barça en su debut, pero llevaba 48 horas en el cargo y Messi le amargó la fiesta. Hoy, pesará más que fue el técnico que le ganó al Barça la última final de Copa (precisamen­te, en Sevilla) que su historial ante los barcelonis­tas, que por cierto, andan pendientes de Messi.

La participac­ión del argentino, martillo del Athletic tantas veces, en el partido es un misterio que, como dijo Koeman, resolverá el mismo Leo a última hora, pero a los Leones nadie les va a quitar la ilusión de dar una segunda campanada.

De hecho, el Barcelona llega a la final más por obra y gracia de Ter Stegen que por otra cosa. Tras una semifinal cardíaca ante la Real Sociedad, fue el alemán el que decidió la suerte blaugrana con una actuación fabulosa. Dando por sentado que Messi estará en el banquillo, más como amenaza o como recurso a la desesperad­a que otra cosa, la alineación que se espera por parte de Koeman será muy parecida a la que superó a la Real Sociedad. La única novedad sería el retorno de Sergiño Dest al lateral derecho en lugar de Mingueza.

En el Athletic Club, las dudas están más en la capacidad de recuperaci­ón de los jugadores que en la idea de juego. Aliviado Marcelino tras comprobar que la retirada de Muniain en la semifinal fue fruto de una rampa muscular y que el capitán estará sobre el terreno de juego, la única duda en el once del Athletic estriba en ver si Vesga regresa a la titularida­d en detrimento de Dani García. El resto, los mismo que ante el Real Madrid con el añadido que Wiliams ante el Barça ve la portería más grande que contra cualquier otro oponente.

Y todos, pendientes de Messi, el guía que sabe el camino más corto al oasis que ambos equipos esperan hallar tras su travesía del desierto.

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Leo Messi controla un balón en el inicio de la sesión de entrenamie­nto del Barcelona en el estadio de la final demostrand­o que el argentino mejora de sus molestias musculares .
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