Dani Poyatos “Raúl le imprime a sus equipos su visión y su ADN”
Joyas “Blanco, Chust, Gila, Baeza... Tienen una gran proyección”
Puso la primera piedra del Juvenil de oro blanco, que ganó el verano pasado la Youth League con Raúl. Ahora inicia la aventura en el Tokushima Vortis de la J-League de Japón.
Dani Poyatos (Barcelona, 23-6-1978) es uno de esos técnicos que están haciendo los deberes para irrumpir en la élite. En su currículo ya figura una UEFA Youth League, que ganó el Juvenil de Oro madridista el verano pasado. Raúl remató la faena, pero fue Poyatos el que dirigió al equipo hasta cuartos de final, momento en que se marchó a Grecia para dirigir al Panathinaikos. Sólo duró tres partidos, pero desde febrero tomará las riendas del Tokushima Vortis de la J-League japonesa...
—¿Cómo siendo usted catalán y un técnico de cantera tan pujante no terminó en La Masía?
—Porque me crié en el Espanyol. Estuve ocho años allí. Gané la Copa del Rey Juvenil y fuimos subcampeones de España, que nos ganó por cierto Diego Martínez, el actual entrenador del Granada. Fui feliz, me dieron a conocer y me llamó el Madrid. Ramón Martínez apostó por mí. —Dejó Valdebebas para dirigir al Panathinaikos. Pero sólo duró tres meses. ¿Qué pasó?
—No lo sé. Venían de estar denunciados por el Fair Play Financiero, se cambió de jugadores, dirección deportiva… No me dejaron trabajar. La dinámica no era tan mala. Yo era feliz en el Real Madrid. Si me fui es porque me pidieron darle un estilo al equipo y al club. Pero llegaron una derrota y un empate en el último minuto y vi que estaban por la labor del cambio. Había buena predisposición del dueño, ni hubo ultimátum… Fue muy raro. —De Grecia a Japón. ¿Cómo es ese cambio?
—Valoran otras cosas. No tengo esa parte de exjugador, que ahora vende mucho, es casi una marca... Yo tengo mi experiencia, empecé a entrenar con 14 años, tengo ahora 42 y nunca he dejado de entrenar. Hay que seguir peleando, probando cosas. Mi sueño sería poder entrenar al Madrid, pero entiendo que tengo un proceso. Surge esta oportunidad. Es fútbol de Primera, en Japón, pero siempre apostaron por mí. En su momento Tokushima vino varias veces a hablar conmigo, pero no era el momento.
Ahora ni me dejaron casi que deshiciera las maletas. Insistieron y lo valoré. Estoy esperando a que Japón permita el acceso a los extranjeros por el protocolo COVID para poder incorporarme. Se viene conmigo de asistente Marcel Sans. Empezaremos a entrenar al equipo a distancia. —Usted inició el proyecto de ese Juvenil A 2019-20 del Madrid y lo metió en cuartos de la Youth League antes de irse. Raúl remató la faena. ¿Le supo mal no salir en la foto? —Saberme mal, no. Ese éxito es la suma de muchos factores. Arribas o Dotor, por ejemplo, han pasado por las manos de muchísimos técnicos de la casa. Se buscaba desde hace mucho tiempo. Estuve nueve meses con ellos. Ganamos la Liga, ayudé a meter al equipo en cuartos de la Youth League… Contento de que Raúl cogiera el equipo. A sus equipos les imprime su visión y ese ADN que tiene. Estoy muy agradecido al Madrid porque me mandaron también la medalla, me hicieron partícipe del éxito.
—Ahora que se va a Japón, le pregunto por Pipi, el canterano nipón. Llegó antes que Kubo y se hablan maravillas de él…
—No he tenido el placer de tenerlo, pero siempre me ha llamado mucho la atención. Es japonés, pero criado aquí, en el Madrid. Destaca mucho y técnicamente es exquisito. Siempre lo digo, baila encima del balón. Su capacidad de desequilibrio es brutal. Ha ido mamando también lo que es el madridismo. Él y Bruno tienen muy buena pinta. En breve van a tocar la puerta... —¿Y Arribas?
—Es un futbolista que todos teníamos esa percepción de que iba a subir mucho el año pasado. Independientemente del talento, vi que interpretaba muy bien el juego, capaz de soportar los momentos más duros. Es muy maduro. Me sorprendió mucho. Ese talento, ese perfil muy nuestro, de Isco por ejemplo. Jugadores que quizá no son muy bonitos de ver, pero tienen el balón cosido al pie. Es más medio que delantero, pero aún así tiene mucho gol y asiste mucho. Le veo muy amueblado. Dios quiera que se consolide, que es lo más difícil en el Madrid.
—¿Es la mejor generación de canteranos desde aquella de Toril en la que estuvieron Morata, Carvajal, Nacho, Jesé…?
—Es complicado. Todos esos que cita han llegado y se han quedado. El fútbol actual por la pandemia está cambiando. Los de la generación del 2000 también tienen una gran proyección y se está viendo. Los Blanco, Gila, Chust, Baeza… La del 2001 tiene cuatro o cinco chavales con muy buena pinta... Ahora que los clubes han de reconvertirse en el aspecto económico puede abrirle puertas. Lo que sí puedo decir, porque les conozco, es que si les dan una oportunidad, la van a aprovechar.
—A Baeza le vimos hace poco en el Di Stéfano con el Celta. —Es un jugador que le va a dar muchas alegrías al fútbol español a poco que tenga un poco de suerte.
—Miguel Gutiérrez es otro de los que usted tuvo a su cargo y que tiene una pinta buenísima. —Sí, con él pasé más tiempo, porque siempre iba dos años por delante. Dice mucho de La Fábrica verlo, el talento que hay. Tiene que tener ese punto de paciencia porque es difícil consolidarse en el mejor club del mundo. No tengo ninguna duda de que es un jugador que… como madridista que soy, no como entrenador suyo que fui, me gustaría verlo en el primer equipo porque tiene mucho nivel. Puede hacerlo, sin ninguna duda. —Su sueño es entrenar algún día al Madrid y quizá, antes, venirse a un club de Primera... —Es algo que está ahí, pensando que yo empecé en un barrio… quieres estar en el roster de entrenadores que pueda ser visible en el mercado y tener esa oportunidad. Por eso me he venido a Japón. Es algo por lo que lucho cada día...