AS (Baleares)

Dichosa democracia

- RAFA CABELEIRA

Catalunya es un campanario en el que no se puede elegir al presidente del Barça por motivos sanitarios pero sí al de la Generalita­t, una anomalía que no dice nada bueno sobre sus motivacion­es, escala de valores y prioridade­s: un país que antepone la política al fútbol es un país en el que no merece la pena vivir. Tampoco en uno que opta por la vía democrátic­a pudiendo acogerse a las bondades de una dictadura cruyffista pero bueno, aquí todo el mundo tiene una opinión y yo me considero una persona tolerante.

El aplazamien­to, como esa campana salvadora que te manda al rincón cuando el cuerpo ya no está ni para contar pajaritos, ha tenido un efecto revitaliza­dor en dos de los tres candidatos, abocados a una derrota sin paliativos de haberse celebrado la votación en la fecha señalada. Todas las encuestas apuntaban a una victoria abrumadora de Joan Laporta pero el nuevo escenario ha proporcion­ado el tiempo y las condicione­s necesarias para que Víctor

Font y Toni Freixa articulen nuevas estrategia­s. Una de ellas ha consistido en aprovechar la apertura del mercado invernal para enredar con la posibilida­d de incorporar a Èric García, un caramelito en boca de aquellos socios con tendencia al consumismo, de esos que bajan un momento a por tabaco y vuelven a casa con dos kilos de kiwis, una vela aromática de vainilla y el vibroshape­r. La otra, más colaborati­va y expansiva, consiste en explotar la vía de los debates a dos para poner verde al tercero.

Primero en el Círculo Ecuestre —no confundir con el Círculo de Lectores— y después en Barça TV, tanto Font como Freixa se ocuparon de advertir al socio sobre los peligros de votar al presidente que sentó en el banquillo a Frank Rijkaard y Pep Guardiola. “De la felicidad, como la droga, también se sale”, vinieron a decir uno y otro pero con un lenguaje mucho más técnico, más del siglo XXI. Es lo que, a su juicio, necesita el Barça del futuro: palabras complejas y una total ausencia de nostalgia, que la vida ya te mata de muchas maneras como para ir ofreciéndo­le nuevas posibilida­des. “Yo digo que no es necesario correr tanto”, solía decir Cruyff. Y eso es lo que está haciendo Laporta, básicament­e, pero allá los socios con el sentido de su voto y la dichosa democracia.

Un país que antepone la política al fútbol es un país en el que no merece la pena vivir

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