AS (Baleares)

ítulo El partido que le toca jugar a Kang-in Lee

El coreano se involucra para bien del Valencia

- JAVIER SILLÉS

A sus 20 años, Kang-in necesita actuacione­s como la del Celta. El Huesca de Pacheta tiene claro qué hacer y Escribá estimula la voluntad del Elche.

Hacer ‘clic’. Hay noches que corrigen la trayectori­a de un futbolista, regeneran las tendencias y abren un escenario diferente y normalment­e mejor. De Kang-in Lee (20 años) no sólo se espera mucho en el Valencia, también el fútbol aguarda con expectació­n su evolución. Hasta el encuentro contra el

Celta casi siempre se había visto a un jugador de indiscutib­le talento, pero menos decisivo de lo que debería ser. A veces indeciso, en otras ocasiones distraído. Jugaba el partido encerrado en sí mismo, con malas pulgas y poca afinidad colectiva. Se le exigía un cambio y lo llevó a cabo esta jornada. Kang-in ofreció un rendimient­o altísimo tanto en las zonas de tres cuartos de campo

(26 toques) como cuando retrasó su posición. Trabajó en la presión como nunca, se comunicó a la perfección —dio pases a todos sus compañeros menos a Racic— y alimentó sus intervenci­ones con la continua movilidad entre líneas (42 pases recibidos). Al Valencia le conviene este Kang-in y al coreano le hace mejor esta versión.

A la carrera. Cuando las aptitudes físicas y el ritmo del fútbol español están bajo debate, actuacione­s como las de Pedraza (24 años) esclarecen que el problema, de ser tal, se trata más de una cuestión de elección que de falta de fundamento­s. No hay crisis de creativida­d, si acaso de dinamismo. Existe un abuso de pedir el balón al pie y se echan de menos jugadores capaces de transitar en conducción. Las progresion­es de Pedraza frente al Athletic acreditan que hay argumentos para equilibrar ese déficit de movimiento. Es cierto que Berenguer saltaba a la presión sobre Parejo y el lateral del Villarreal

no tenía oposición si De Marcos no lo encimaba. Pero Pedraza mostró el camino. Esta temporada promedia, según datos de StatsBomb, 38 conduccion­es y 181 metros de distancia en el total de las mismas por partido. No son cifras menores.

El despertar. Al Huesca le empiezan a salir las cuentas. La rehabilita­ción anímica y táctica desde la llegada de Pacheta da pie a un conjunto más armónico, correoso y de mayor empaque. Un Granada tamizado de suplentes le asestó un duro golpe al inicio, agrandado por el penalti que erró Rafa Mir, pero la reacción altoaragon­esa resultó contundent­e. Este Huesca se proyecta por fuera y reúne opciones en zona de remate. Es el segundo equipo, tras el Eibar, que más centros realiza (516) con una precisión del 24,4%. Y el 29% de sus goles los marca de cabeza. La remontada ante el Granada se fomentó a través de esta idea y el balón parado.

El empuje. También el Elche quiere ser otro equipo. No es que el primer partido de Escribá en el banquillo significar­a un volantazo radical respecto a la etapa de Almirón, pero el triunfo siempre ayuda a embellecer las perspectiv­as. También contribuye­n algunas intencione­s que se intuyeron y que tanto necesita adoptar el Elche. Las acciones de presión de Guti y Marcone —21 y 20, respectiva­mente— representa­n su registro más alto de la temporada e indican un paso adelante en el ejercicio defensivo. Se persigue apretar más al rival y alejar la trama de su área. No puede ser que cualquier equipo que se enfrente al Elche apenas sume 51 pases bajo presión de media, la cifra más baja de LaLiga. un síntoma de descenso.

La señal

Las conduccion­es de Pedraza ante el Athletic marcan un camino

Es

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Kang-in Lee.
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