AS (Baleares)

El reto de Ana Pérez

La sevillana lucha por ir a Tokio tras sufrir un accidente ‘tonto’ en el que se rompió los dos pies

- JESÚS MÍNGUEZ /

El 8 de enero, la borrasca Filomena comenzaba a sembrar el caos en Madrid. En el Centro de Alto Rendimient­o, las gimnastas de artística que preparan los Juegos decidieron ir a la sala a por material de entrenamie­nto y trasladarl­o a las habitacion­es por lo que pudiera pasar. Entre ellas Ana Pérez (Sevilla, 23 años), la única representa­nte española en Río 2016 que este verano pensaba (y piensa) en acudir a Japón junto a un equipo que logró el pase en el Mundial de 2019. “Y entonces, como hemos hecho miles de veces, pasamos corriendo por encima de la cama elástica, una compañera saltó delante de mí, me doblé el pie derecho y...”. Crack. Rotura de dos ligamentos del tobillo derecho y el cuarto metatarsia­no del pie izquierdo. “Fue mala suerte. Se me vino el mundo encima”, reconoce.

Ana, con los Juegos en la cabeza, pasó un duelo “muy, muy, muy duro”. Necesitó un mes para hacer pública su lesión, más allá de su familia y el equipo. Pero ahora ve la luz y piensa que quizá Tokio (23 julio) no sea imposible, sino un acicate para recuperars­e. “Soy muy tozuda. Aunque también sé que debo ir con cuidado porque se trata de una lesión complicada para una gimnasta”, advierte.

De las escayolas, pasó a unas férulas, que ahora va dejando de lado. Ana, con el chándal que le envió ‘su’ Betis para animarla, pasa las mañanas con la fisio María Llamazares, va haciendo pesas para fortalecer las piernas, y las tardes aprovecha para el acondicion­amiento general y trabajo en el agua. También camina sobre una máquina Alter-G, de tecnología aeroespeci­al, que permite correr sin gravedad para que el peso no machaque la zona lesionada. Físico y mente. Porque de pasar dos veces al mes por la consulta de la psicóloga María Fernández (exgimnasta), ahora lo hace semanalmen­te.

“Si ya es de por sí una lesión es dura, sufrirla de esa forma fue aún peor”, reconoce Ana, que pidió a la selecciona­dora no ir por la sala una temporada. “Aunque amo hacer gimnasia, estaba superada y necesitaba apartarme un poco. Ver a mis compañeras y estar yo así me hacía daño”, cuenta.

Sin plazos para volver al tapiz, la sevillana dice que va “mejor de lo esperado”. “Cuando regresé de Río, tenía claro que el objetivo era ir Tokio con un equipo. El camino se me está haciendo cuesta arriba, pero espero sacarme la espinita”, avisa. Paso a paso.

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Ana Pérez trabaja con una máquina Alter-G, antigraved­ad, en el CAR de Madrid.

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