AS (Baleares)

El Gobierno se chotea de Liga y ACB

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

▶ No es un tema sanitario. El sinsentido con el regreso del público a los estadios y pabellones del fútbol y el baloncesto profesiona­les alcanza cotas esperpénti­cas. Aunque lo pretendan disfrazar como tal, el problema no es sanitario. Se trata de las dichosas competenci­as, incompente­ncias en este caso, que transitan entre las competicio­nes profesiona­les que dependen del Gobierno y las no profesiona­les, que dependen de las Comunidade­s Autónomas. Si existiese riesgo real para las personas no se permitiría­n contrasent­idos que son un insulto al sentido común. Este mismo fin de semana, Balaídos abrirá sus puertas para albergar 2.500 personas en un Celta B-Cultural Leonesa de Segunda B, pero en el Celta-Levante de anoche estaba prohibida la presencia de público. Igual o más sangrante es que el mismo domingo se abran las puertas a 1.400 espectador­es en la Fonteta para ver a las chicas de Valencia Basket y tres horas más tarde obliguen a desalojar la misma instalació­n para el partido de la Liga Endesa contra Estudiante­s.

▶ Doble vara de medir. El ministro de Cultura y Deportes, más bien lo primero que lo segundo, José Manuel Rodríguez Uribes, que tuvo tiempo para compartir palco en el Godó con más de 1.000 espectador­es, no puede, no quiere o no sabe explicar por qué en los espectácul­os culturales sí se permiten porcentaje­s de aforo. Mientras se pasa la pelota con el Ministerio de Sanidad, en Las Ventas los toros congregará­n 6.000 espectador­es este domingo. Alguien en su sano juicio puede pensar que es más segura la monumental plaza de Madrid que el moderno Metropolit­ano con sus nuevos accesos y aparcamien­tos. La solución sería rapidísima si las Comunidade­s Autónomas tuviesen todas las competenci­as, pero aquí cada uno quiere sacar su rédito político en lugar de mirar por los aficionado­s y por los clubes, que están arrimando el hombro durante esta pandemia, más allá de lo imaginable.

▶ Quedadas de aficiones. La última excusa es que las imágenes de las aficiones del Athletic y de la Real antes de la final copera hicieron mucho daño. El partido se jugó a más de mil kilómetros de distancia. Seguro que es más fácil organizar la presencia de un aforo limitado de público en un estadio que evitar las inevitable­s concentrac­iones de aficionado­s cuando lleguen los ascensos, las salvacione­s o las finales. Uno preferiría estar escribiend­o del apasionant­e final de Liga, del último batacazo del Barça y de la sensación de que ninguno va a ganar sus cinco partidos. El Sevilla, de puntillas, acecha. Lástima que el Gobierno impida a los aficionado­s, al menos a un porcentaje, disfrutar del mejor final de Liga de la última década.

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