AS (Baleares)

Game Over en Nervión

Derrota del Sevilla, que dice adiós a LaLiga ● Simón resistió y Williams mató a la contra

- JOSÉ A. ESPINA

El sueño de LaLiga terminó anoche para el Sevilla con una derrota que, aunque las matemática­s digan aún lo contrario, deja al equipo de Nervión demasiado lejos de Atlético (seis puntos más golaveraje), Barcelona y Real Madrid, ambos a cuatro ya de distancia. Resistió el Athletic las acometidas de un equipo nervionens­e más espeso que otras veces, pero que quemó las naves en busca del gol. Lo acabó encontrand­o Iñaki Williams casi en el descuento, con los locales desesperad­adamente volcados hacia el área rival. A la sexta, tras cinco victorias seguidas, pincharon y dijeron adiós al sueño los de Lopetegui. Game Over.

“Hazlo como si ya no te jugaras nada, como si fueras a morir mañana, aunque lo veas demasiado lejos... Hazlo como si no supieras que se acaba”. Prestado de Leiva, el estribillo de un Sevilla que no miró atrás en busca de lo que después de este pinchazo parece ya imposible. Un Sevilla que no guardó a tocados (Koundé) ni apercibido­s (el mismo defensa francés, Diego Carlos y Acuña) pensando en Valdebebas y el próximo domingo porque en la noche del Guadalquiv­ir sólo existían el Athletic, el Athletic y el Athletic.

Aunque fuera un Athletic bajo mínimos: a las lesiones de Yuri, Capa, Muniain y Dani García se sumaba, minutos antes del partido, la de uno de los mejores centrales del fútbol español, Íñigo Martínez. Para rematar el cuadro, antes de que se empezase a sudar tuvo que retirarse lesionado también Raúl García. A Marcelino le dio apenas para confeccion­ar un once aseado, con futbolista­s como Morcillo, Vencedor, Vesga o incluso Villalibre que hace apenas unos telediario­s portaban sin sofoco el cartel de suplentes.

Juegue quien juegue este Athletic suele competir. Entre otras cosas, porque dispone de Unai Simón. Un portero que tiene sus noches malas, sí, porque con 23 años, bajo los palos, todavía se cometen pecados de juvenil. Pero que por algo es ahora mismo el titular de la Selección española. Le podía quizá algo la ansiedad al Sevilla, al que le costó algo más que otras veces hilvanar peligro. A ratos sí que lo conseguía, gracias sobre todo a la conexión Acuña-Papu-Ocampos-En Nesyri. Dos ocasiones muy claras de los nervionens­es en la primera parte, ambas para el delantero marroquí, capaz de rematar un cabezazo picado y un chut fuerte al borde del área pequeña con mucha pinta de gol, pero que se quedaron en eso, la pinta, gracias a las tremendas intervenci­ones del meta vitoriano.

Picoteaba el Athletic a la contra y con algún balón parado, aunque sin inquietar a Bono hasta ya arrancada la segunda mitad, cuando Villalibre madrugó a Koundé en una gran media vuelta y su disparo se marchó cerca del palo más alejado para el portero marroquí. Percutía el Sevilla menos que en el primer tiempo, apenas una chilena fallida de Ocampos

y un disparo lejano de Rakitic que lamió una escuadra. Refrescó Marcelino con los cinco cambios muy temprano e intervino Lopetegui con otro delantero, De Jong, y Joan Jordán, que también ha estado estos entre algodones desde que Bardhi le arreó una patada en el Ciutat de València.

Simón volvía a taparle como un gato el gol a Marcos Acuña cuando el equipo de Nervión se había lanzado a morir en el área bilbaína. Koundé jugaba casi de extremo derecho y Fernando se metía en la mediapunta. Óliver Torres, Óscar Rodríguez y Franco Vazquez trataban en los últimos minutos de estirar las compactas líneas rivales pero no era capaz el Sevilla de encontrar situacione­s claras de remate mientras esperaba aculado con éxito el equipo de Marcelino, en busca del premio mayor. Lo encontró Iñaki Williams (0-1, 90’), tras una contra vertiginos­a de Sancet. Un gol que seguro proporcion­a al delantero vizcaíno esa autoestima de la que hablaba Marcelino en la previa. En la otra acera, la cruz: la desilusión se apoderará algunos días del sevillismo aunque la temporada siga siendo brillante. El sueño de LaLiga se ha ahogado antes de llegar a Valdebebas para comenzar a otear la orilla.

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Iñaki Williams bate de esta manera a Bono, un gol que significab­a la victoria del Athletic en Nervión y el fin del sueño de LaLiga del Sevilla.
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