Porsche 911 Targa la leyenda continúa
La última generación de un icono de la deportividad se mantiene fiel a los principios de un modelo único, puesto al día con una tecnología que permite el máximo disfrute
En la época de la eficiencia como bandera debo reconocer que resulta gratificante (e incluso un cierto alivio) ponerse al volante de un automóvil en el que se priorizan las emociones, las prestaciones y la deportividad. No podría se de otro modo en todo un icono en la historia de la automoción como el Porsche 911, en concreto en su personalísima versión Targa 4S.
Una carrocería abierta en su parte superior pero con cristal trasero (es su diferencia con el Cabrio) de la octava generación de un automóvil excepcional. Lo fue desde sus orígenes y a lo largo del tiempo se ha convertido en un modelo aspiracional para miles de apasioY nados al mundo del motor, aunque su elevado precio lo deje al alcance de solo unos pocos. Esta variante en particular supera los 165.000 euros, una pequeña fortuna pero que merece ser invertida para disfrutar de todo lo que ofrece un 911.
Sobre su diseño poco se puede decir que no salte a la vista. Tradición y modernidad en una carrocería compacta de cuatro plazas (aunque las traseras sean simbólicas) que hace girar cabezas a su paso. El interior goza de la calidad de un automóvil alemán de tan noble cuna, mientras que el equipamiento está al nivel de cualquier berlina de representación, incluyendo algunos asistentes a la conducción que no parecen tener demasiado sentido en un coche que invita justo a eso: a conducir. es que es tanto lo que ofrece un 911 en la conducción deportiva que resulta realmente difícil exprimir su potencial en carretera abierta. No tanto por el rendimiento del motor bóxer (que es mucho pero otros deportivos rivales le superan) sino por la forma de entregarla y las sensaciones que transmite.
Reacciones directas y efectivas de la dirección, la suspensión y los frenos, con protagonismo del tren trasero pese a ser un tracción total y tiene una capacidad para circular rápido con total seguridad que resulta sorprendente. Ya no hay que ser un virtuoso de la conducción para sacar mucho partido a un 911, aunque lo cierto es que su velocidad punta y su aceleración piden un escenario diferente a la vía pública.