João Félix, la calma y la paciencia
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Ese cuarto de hora largo que se vivió entre que Nacho hace el 0-1 en San Mamés para el Madrid hasta que empata Lodi, primero, y hasta que Luis Suárez hace el 2-1, esos minutos de zozobra son el fútbol. Ese sufrimiento de ver como se te escapa la Liga es el veneno que convierte el balompié en el deporte más maravilloso del universo. ¿Cómo puede gustar algo con lo que se sufre tanto? Porque cuando llega el gol a favor, cuando llega ese momento de alegría máxima se siente eso que llaman felicidad, que es algo puntual, instantáneo, que no dura mucho y que hay que saborearlo al máximo porque en la vida son más las veces en que pierdes que las que ganas.
El Atlético debió irse al descanso con un 3-0. Por ocasiones, por juego, por ganas, por convicción fue su mejor partido de la temporada. Pero no por puntería. Un Osasuna extramotivado, que se defendió muy bien, se encontró el gol de Budimir y reventaba una Liga que era del Atleti. Si incomprensible fue quitar a Marcos Llorente, la salida de João Félix sí fue decisiva. El Menino puso la pausa y la calidad necesaria para controlar la ansiedad y asociarse con Carrasco, el mejor, y encontrar el camino del gol con una asistencia genial a Lodi y elaborar hasta que llegó el merecido gol del pistolero Luis Suárez. El Atlético acaricia la Liga. Lo justo es que cante el alirón en Pucela. Aunque en el fútbol y en la vida no siempre pasa lo justo, el Atleti se merece esta Liga.