AS (Baleares)

El Madrid muere matando

El equipo de Zidane remonta cuando ya no había esperanza con goles de Benzema y Modric El Villarreal, a la Conference si no lo remedia el miércoles ● Sergio Ramos no salió del banquillo en el que pudo ser su último partido

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL

Hay algo que no encontrará­n en las vitrinas del museo del Madrid y que, sin embargo, le representa tanto como esa larga y plateada colección que allí se exhibe: ser admirable en la derrota. Es costumbre en la casa, aunque hubo épocas en que se perdió. Y este Madrid sin gol, sin fuerzas, incluso sin estadio, repleto de monaguillo­s al final, lleno de atenuantes y con sólo un agravante, haber desnudado excesivame­nte su plantilla en un curso de pandemia, murió en el último instante del último día. Mérito de Zidane y de su guardia treintañer­a, empeñados en ganar después de ganar. Esta vez no les alcanzó, pero el francés y el grupo dejaron una pista: no ha faltado sudor sino plantilla. Y en su empeño para que no desfalleci­era el grupo está a punto de hacerlo el técnico, dueño de sus finales. Aún no ha dicho que se ha ido y ya le están echando de menos.

El partido a partido va para todos. También para Emery, que tiró la casa por la ventana con el once para no perder una bala, aunque incierta, por guardarse otra, no menos incierta. El once del Di Stéfano se parecerá al que presentará ante el United, otro tiburón europeo, en el partido de todos los tiempos para el Submarino. Así puso a salvo la limpieza de la competició­n y también la de su conciencia, por si todo falla el miércoles.

En el Madrid, Zidane no se atrevió con Ramos, en un partido mitad crucial, mitad sentimenta­l. Pero puso el por si acaso por encima de cualquier otra cosa, con la herida de Stamford Bridge abierta. Aquella fue una alineación indebida. De esta sólo puede discutirse la exclusión de Nacho y la insistenci­a en Asensio, sobre el que quizá haya que abortar misión.

El partido amarilleó de salida. Quedó la falsa impresión de que el Madrid entonaba el hasta aquí hemos llegado, que ya no quedaba fe en el depósito. Fuerzas hace tiempo que se agotaron. Y también que enfrente había un equipo estupendo. Parejo prueba que se puede jugar muy bien sin pasar de tercera; Gerard Moreno, que tiene más peligro que fama; Albiol, que el fútbol no tiene edad; Yeremi Pino, que lo que se está cociendo merece la pena. La situación, por extrema, pedía un gol exprés del Madrid para atacar al sistema nervioso del Atlético, para aterroriza­r al favorito, pero el equipo blanco pareció salir sin la emoción del que huele el título. Y en esas, dos goles inesperado­s, uno del Valladolid y otro de Yeremi Pino, que pinchó una pelota servida por Gerard Moreno y la mandó la red con un toque sutil. Castigo merecido a un Madrid sin fuego en el cuerpo.

Pasado el cuarto de partido Asensio metió un cabezazo alto, lo

más parecido a una ocasión blanca. Y una pelota perdida golpeó la mano de Parejo, uno de esos lances obviados por el código penal hace cinco años y que ahora son penalti o no según sople el levante. Un casi nada para un equipo planísimo, descreído y apurado en cada salida del Villarreal, equipo con justificad­os aires de grandeza.

Cerca del descanso, Modric pudo dar con la tecla con un disparo desviado, pero nada en el Madrid recordaba la solemnidad del momento. Ni Asensio ni Vinicius encontraba­n fortuna al espacio. Valverde no ofrecía el ímpetu exigido en un equipo al límite. El grupo presionaba poco y mal y se partía ante las pérdidas. Incluso Benzema andaba empalideci­do. Un desmayo general en el peor momento y en el único escenario inadmisibl­e: fallar en el rebote.

Tampoco el Villarreal es el enemigo ideal para jugar a la tremenda, porque guarda bien la pelota, detiene el tiempo, apaga los incendios. Visto que aquello iba a resolverse en una baldosa, Zidane metió a Isco, porque ese es su terreno, pero a estas alturas tampoco lo pisa con garbo. También llegó Rodrygo. Pero antes había marcado Benzema un gol que el VAR invalidó. Fue, como tantos, cuestión de centímetro­s, pero ahí no cabe interpreta­ción. El tanto de Correa en Zorrilla fue el doble revés a los blancos.

Sólo entonces el Madrid adquirió conciencia de la situación, con una presión más efectiva, con más aire en las bandas. El cambio de panorama también afectó al Villarreal, que no miraba más allá de medio campo. El mensaje de Emery fue en esa dirección. Quitó a Bacca para meter un lateral, Rubén Peña, coincidien­do con el segundo gol atlético. La segunda puerta empezaba a cerrársele también al Madrid. Lo último que se supo del equipo de Zidane en esta Liga fue una carga desesperad­a, con tres cambios más y una defensa de tres. A Benzema se le fueron dos ocasiones clarísimas, pero para entonces las noticias desesperan­zadoras habían llegado también al Villarreal, condenado a la Conference salvo que lo remedie el miércoles. Y el Madrid acabó por cumplir con su obligación. En los postres, Benzema y Modric, las banderas de la temporada, le dieron la vuelta al partido en el último ataque de vergüenza torera. Lo único que no ha faltado en el curso. Ahora la pelota pasa al palco, quizá sin Zidane, quizá sin Ramos, que contempló desde el banquillo el que pudo ser su último partido en el Madrid. Cambia el ciclo y dolerá.

 ??  ?? Los jugadores del Real Madrid se lamentan tras el pitido final, al comprobar que el Atlético había ganado en Valladolid y se llevaba la Liga.
Los jugadores del Real Madrid se lamentan tras el pitido final, al comprobar que el Atlético había ganado en Valladolid y se llevaba la Liga.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain