España, un equipo a medias entre la disciplina y el talento
Los internacionales de Luis Enrique llegan a la Eurocopa como una incógnita, entre la gran goleada a Alemania y el empate con Grecia
España llega a la Eurocopa como una incógnita. Luis Enrique, salvo nuevo ataque del virus, lleva un grupo en el que 17 de los 24 jugadores aún no han participado en un gran torneo y en el que sólo quedan dos campeones: Busquets, en duda por positivo, (Sudáfrica 2010 y Kiev 2012) y Jordi Alba (Kiev 2012). Es un grupo que está sin testar, capaz de ganarle a las otras 23 selecciones, pero también de perder. Esa irregularidad es la que ha llamado la atención en el último año, con un equipo que arrasa a Alemania o se complica la clasificación para el Mundial con un empate ante Grecia.
La Selección es reconocible por su sistema ofensivo, 4-3-3, y por su presión alta. Una forma de jugar que requiere solidaridad y despliegue físico. Luis Enrique ha reunido un grupo capaz de seguir sus instrucciones sin rechistar, ya que fía el éxito del proyecto a que el bloque ejecute sus órdenes sin salirse ni un milímetro. La cosa funciona, pero falta gol. Dicho de otra forma: España no saca bastante rédito al esfuerzo que hace en cada partido, especialmente contra los equipos bien armados atrás.
Pero entre ese grupo de futbolistas con disciplina de legionarios también hay talento. Jugadores como Ferran o Dani Olmo están a punto de explotar como fenómenos. Otros, como Marcos Llorente, ya lo han hecho. Aunque en el caso del rojiblanco usarle de lateral sea como usar un Rolex de pisapapeles. Ellos son la esperanza.
Luis Enrique tampoco parece preocupado por no repetir equipo dos partidos seguidos. No lo ha hecho ni en los dos últimos amistosos de preparación, en los que las rotaciones han sido numerosas (el segundo lo jugó la Sub-21). Lo que de verdad le ocupa es conseguir que los 24 se comprometan a ir a la presión hasta el infinito y más allá y a dejarse el aliento hasta que pite el árbitro. No es poco para un grupo de jóvenes que tienen hambre, que aún no son estrellas pero que por separado, en sus equipos y salvo alguna excepción, ya han destacado.
Jugadores como Olmo o Ferran están a punto de explotar como fenómenos. Otros ya lo han hecho, como Marcos Llorente