Budapest desafía a
El Gobierno de Orban permite quitarse la mascarilla al aire libre y el aforo en los estadios es ilimitado. Impactante imagen del Puskas Arena con 55.662 espectadores
Nada hace presagiar en Budapest que el mundo se ha visto sacudido en el último año por una durísima pandemia. En plena Eurocopa del COVID, entre fuertes medidas de los países sede del torneo para equipos y aficionados, la capital de Hungría aparece como un reducto del fútbol y de la sociedad tal y como la conocíamos antes de que fuese terriblemente sacudida.
Los 55.622 espectadores que hubo en el encuentro inaugural de su selección ante Portugal, todos sin mascarilla, son el mejor ejemplo de que las medidas sanitarias del resto de países tienen poco que ver con las de Víktor Orban, primer ministro húngaro.
En Budapest no es obligatoria la mascarilla al aire libre ni existe aforo para eventos multitudinarios como los partidos de la Eurocopa. Es la única de las sedes que no reduce el número de espectadores a un porcentaje. En algunos casos suele ser del 25%, en otros llega al 50%. En el Puskas Arena es del 100%, como pudo comprobarse en el primer partido allí. Las imágenes de sus hinchas apiñados y sin cubrirse la boca dieron la vuelta al mundo.
Hacía mucho que un encuentro de esta relevancia no se disputaba en semejantes circunstancias. La sociedad húngara afronta la crisis sanitaria con restricciones menos duras que en otros países. “No hace falta la mascarilla, sólo dentro”, dicen las camareras de un establecimiento al extrañarse de que los periodistas extranjeros porten cubrebocas.
Vacunas. En día de partido todo se desmadra. La gente bebe en la calle, canta, grita. A las puertas de la Fan Zone, en un precioso lugar lleno de columnatas y edificios históricos, los hinchas hacen gala de su libertad sin preocuparse de que el mundo aún no ha superado el coronavirus. “Tenemos un
gran índice de vacunación, la mascarilla nos la hemos quitado ya”, cuentan para explicar los motivos.
La gente sale en oleadas del metro, de los tranvías, de los locales. Es día de partido. Muchos lo hacen sin mascarilla, agobiados por el calor y por la falta de costumbre de llevarla (sólo en interiores). La excitación a veces puede más que la responsabilidad. Un gesto repetido se produce en el aeropuerto. En cuanto se cruza la puerta de salida de la terminal 2A, la gente se quita la mascarilla.
Mientras eso ocurre entre miles de personas enaltecidas por el alcohol y el fútbol, la UEFA sí obliga a los medios de comunicación a cumplir con el protocolo de estar con mascarilla durante los partidos en el Puskas Arena. Así llega la contradicción por la que 55.500 hinchas están sin protección y 200 periodistas sí. Dos puntos de vista bien distintos. Dos maneras de combatir la pandemia. La de Víktor Orban y sus políticas aperturistas y la del resto de Europa, aún recelosa por lo que pueda pasar.