Al Madrid le basta con dos de pipas

Con una actuación estrictamente profesional, superaron a un Barcelona con sensación de crisis

No se recuerda un Barça más decaído en el Bernabéu desde 2008, el que hizo el pasillo al Real Madrid campeón aquella temporada. Entonces le sobraban estrellas, pero estaba destruido por dentro. Ronaldinho, Deco y Eto’o no acudieron al partido, en el que participaron Víctor Valdés, Puyol, Xavi, Henry y un tal Messi. Aquella temporada terminó con una moción de censura contra Joan Laporta, en su primera etapa presidencial. Sufrió un rechazo del 60% de los socios y escapó de la moción por los pelos. Rijkaard, que había dirigido al Barça campeón de Europa dos años atrás, abandonó el club y cedió el puesto a

Pep Guardiola. El Barça transmitió esta vez la misma sensación de incapacidad y crisis, un equipo expuesto a un desastre que el Madrid prefirió no consumar.

El Madrid no necesitó un alarde para derrotar a su perenne rival en España. En el mejor de los casos, fue una actuación estrictamente profesional, tan profesional que dio por resuelto el partido antes de tiempo. Se sintió tan cómodo que se abandonó. Permitió el gol de Ferran

Torres, que marcó su primer gol en la Liga y lo celebró como si le debieran explicaciones, otro síntoma del estado de postración del equipo. En un momento donde los reproches, y no digamos los reproches injustificados, no tenían sentido alguno, porque lo importante era remar juntos y rescatar al equipo de una pésima actuación, el gesto del delantero delató la confusión que atraviesa el Barça.

Una pregunta quedó en el aire desde el temprano gol de Benzema, libre de marca en el rechace, tan libre como Valverde en el segundo. ¿Qué habría sucedido si el Madrid se hubiera empleado a fondo? El gol anulado a Benzema, que remató sin oposición desde el mismo lugar donde se habían producido los dos tantos anteriores, sirvió para disolver dudas. Con más ambición y colmillo, al Madrid le habría costado poco destrozar al Barça.

Prefirió resguardarse, jugar cerca de su área y dejar la pelota al Barça en el segundo tiempo. Militao se empleó a fondo con Lewandowski, al que no dio respiro, en medio de la desesperación del delantero polaco. Lo demás fue sencillo, aunque el tran tran del Madrid no ocultó el sensacional momento de Valverde, arrollador en el flanco derecho. Nadie logró contener su zancada, que ahora mismo parece de siete leguas. Se ha soltado además con los remates de media distancia, de los que había noticias anteriormente, pero el uruguayo no se prodigaba. Ahora sí, y es un terror para los porteros.

Valverde sobresalió sobre todos, aunque no tuvo demasiada competencia, salvo Kroos, otro de esos jugadores no afectados por la longevidad. Cuanto más mayor, mejor juega, y no es tarea fácil en uno de los mejores distribuidores que ha visto el fútbol en este siglo. El resto del equipo aprobó sin problemas, pero sin excesos. De los excesos se encargó el Barça, por la vertiente negativa.

Equipo largo, insípido, sin trazo reconocible, ha olvidado sus reivindicativas actuaciones en los comienzos de temporada, contra rivales menores, conviene añadir. Ha disputado cuatro partidos de pantalón largo: en Múnich contra el Bayern, los dos con el Inter y la visita al Bernabéu. Ha perdido tres, ha empatado uno que le sabe igual de amargo que una derrota y está con pie y medio fuera de la Liga de Campeones. En la segunda semana de octubre, nada menos.

Si el Barça se dirige como un tren a la crisis, el Real Madrid circula tranquilo. Nada le inquieta desde que comenzó la temporada. Con la Liga y la Copa de Europa en las vitrinas, con una plantilla en la que responden los más jóvenes y los más veteranos, se aproxima sin despeinarse al parón del Mundial, con excelentes noticias además: Benzema recibirá el Balón de Oro, el primero de su larga y fecunda trayectoria en el club.

R. Madrid Jugó tan cómodo que dio por resuelto el partido antes de tiempo

Pasillo No se recuerda a un Barça decaído en el Bernabéu desde 2008