El Barça es el nuevo juguete del Bayern
Los bávaros firman el entierro azulgrana en la Champions
EI segundo entierro consecutivo del Barça en la fase de grupos fue todavía más humillante que el de hace un año en Múnich. Allí se despidió de Europa con Braithwaite, Dest, Yusuf Demir… Ahora, con una inversión de casi 200 millones, Koundé, Raphinha y Lewandowski incluidos, fue pisoteado por un Bayern a muy medio gas, que ganó 0-3 con una pierna y pareció Gulliver en Lilliput, jugando contra enanitos. Un año después, y pese a que Jordi Cruyff dijese a principios de septiembre que habían mandado un “mensaje al mundo” después de ¡perder 2-0! en Múnich en una frase que hoy resulta grotesca, el Barça no ha avanzado ni un metro y se mostró como un equipo débil, sin líderes ni espíritu de rebeldía, manoseado por el Bayern, que lo usó como juguete.
El Bayern desnudó la realidad del Barça en la primera parte con una sencillez aplastante que debió resultar crudísima para Xavi. Arropadito atrás, y sin alardes, le clavó dos puñales en dos transiciones lanzadas de manera primorosa por Gnabry. El Barça, que ni se asomó a Ulreich en 45 minutos, pudo maquillarlo antes del descanso con un penalti señalado por Taylor por derribo de De Ligt a Lewandowski, pero el VAR, al contrario que en Múnich con el penalti a Dembélé, o en Milán con la mano de Dumfries, sí funcionó. Más humillación para un Barça que, en lugar de un club con cinco Champions, pareció un pardillo.
Al Barça le dio un ataque de pánico y firmó un armisticio exprés. El partido acabó con un carrusel de cambios y la sorprendente docilidad del Camp Nou, cuya afición acepta narcotizada de manera sorprendente esta nueva realidad de un equipo que es cinco veces campeón de Europa. La de un Barça reducido a cenizas.
Humillante Cruel sensación de inferioridad del Barça de Xavi