AS (Baleares)

El volcán dormido de Bahamontes, Jiménez, Ocaña...

El Puy de Dôme, en la 9ª etapa

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En los libros ciclistas, las anécdotas de los más veteranos, varias de las gestas más recordadas... hay un denominado­r común: se repite el Puy de Dôme. En el Macizo Central, cerca de Clermont Ferrand, se encuentra esta cumbre de un volcán extinguido tiempo atrás y que durante el pasado siglo fue una de las cimas más destacadas del Tour de Francia, y además con buenos recuerdos, no solo para el ciclismo en general, también para el español.

Es una ascensión sin apenas rectas, que forma una especie de curva gigante y que sirve para subir la ladera en forma circular. Tras 35 años de espera, desde que se ascendiera por última vez en 1988, volverá a formar parte del Tour de Francia. Sus 13,3 km al 7,7% de media serán el final de la novena etapa, justo antes del primer día de descanso.

Se trata de una subida que, repasando sus triunfador­es y protagonis­tas, da a entender el caché y la relevancia que tiene. El primero fue Coppi, un habitual de inauguraci­ones, que se impuso en 1952. Luego, las visitas de la carrera a la cima fueron constantes.

En 1959, Bahamontes brilló en una cronoescal­ada que fue parte importante de su triunfo en la general. En el 1964, otro triunfo español, el de Julio Jiménez, aunque la imagen más llamativa de aquella jornada fue el hombro con hombro sobre la bicicleta que tuvieron

Anquetil y Pouli- dor. En 1971 Luis Ocaña alzó los brazos y en 1973 volvió a triunfar.

Este último año el conquense sí que pudo conquistar el Tour. En 1975, Merckx fue agredido por un aficionado (nunca más

volvería a ganar el Tour tras aquel incidente).

Los españoles siguieron brillando en el Puy de Dôme en los años siguientes, especialme­nte en 1983, cuando en una cronoescal­ada Ángel Arroyo y Pedro Delgado firmaron un doblete, y en 1988, este último dejó encarrilad­a su victoria en la general del Tour. El segoviano fue tercero aquel día y poco después certificó el amarillo.

Como peculiarid­ad, esta subida no la pueden hacer los cicloturis­tas (solo de manera excepciona­l, en una marcha anual). De hecho, no habrá público en los cuatro kilómetros finales. Es un sitio especial.

Rivalidad Poulidor y Anquetil subieron hombro con hombro en un tramo

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Bahamontes, en la cronoescal­ada de 1959.

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