AS (Baleares)

Palanca arbitral

- DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO

El arbitraje. Antes de nada tengo que decirles que el Girona de Míchel se hizo acreedor al empate y que jugó con buen criterio y mucho peligro en sus llegadas. Pero eso no quita que el líder sufriese un arbitraje sibilino, de esos que si llega a ser al revés permitiría a los topiqueros decir aquello de “al Madrid siempre le ayudan los árbitros ante los equipos más débiles”. Pues no será por lo visto esta tarde con Melero en el campo e Iglesias Villanueva en el VAR (curioso, también Iglesias estuvo el sábado en el VAR del Valencia-Barcelona y no consideró revisable la patada de Marcos Alonso a Marcos André, que era roja clarísima por lo peligrosa que fue). Hablo de decisiones determinan­tes que cayeron del mismo lado de la moneda. Penalti pitado a Asensio por una mano que no aparece más que en un rebote fortuito, con un impacto en el pecho del mallorquín muy evidente. Además, su brazo está hacia dentro y no lo abre, por lo que no ocupa ningún espacio ‘no natural’. Son los famosos penaltitos que decía en verano Medina Cantalejo que no se pitarían. Ancelotti, que jamás pierde la compostura, lo definió como un “no penalti”. Eso permitió a Stuani meter el gol de la igualada, que fagocitaba el gol inicial de Vinicius con el que el Bernabéu se había tranquiliz­ado tras un primer tiempo infame. Pero tras ese 1-1 llegó otra acción que puso a la grada al borde de un ataque de nervios. Gazzaniga no termina de retener con firmeza una pelota que se le había escapado y Rodrygo aprovechó con picardía para meter la puntera y marcar el gol salvador del 2-1. Melero consideró que había falta, un gol que en tiempos del Antiguo Testamento, que diría Alfredo Relaño, siempre subía al marcador. Y venimos de la roja perdonada al Papu Gómez hace una semana por su entrada brutal sobre Valverde, que le salió gratis. Y venimos de los tres goles anulados al Madrid en Elche, dos de ellos por fueras de juego por el pelo de una gamba. Hasta Butragueño, otro caballero que no ha dicho un taco en su vida, se mojó: “El arbitraje ha sido sorprenden­te durante todo el partido. No nos gusta hablar de los árbitros, pero hoy tuvimos todo en contra”. Insisto que el Girona jugó para sacar ese punto que se lleva a casa, pero hagamos un ejercicio de honestidad. Si este mismo arbitraje llega a ser con las camisetas cambiadas, en Girona estarían escandaliz­ados y ya saldrían los ventajista­s de siempre a decir que lo del Madrid con los arbitrajes viene desde los tiempos de Maricastañ­a. Lo seguro es que la Liga cobra una emoción que empezó a perderse el día del Clásico. Si esta palanca arbitral sirve para que esta lucha por el título sea más encarnizad­a y dure hasta la última recta de junio, pues adelante con los faroles...

El líder perdió dos puntos de oro ante un Girona ordenado, que sacó partido de un segundo tiempo alborotado por las decisiones de Melero López y del VAR. LaLiga se aprieta...

Un visitante con cuajo.

El Girona ya nos tenía avisados. El equipo catalán, bien arropado por una afición entusiasta que dio colorido a las gradas del Bernabéu, es la tercera vez que se lleva puntos del Paseo de La Castellana en las cinco visitas que ha protagoniz­ado por aquí. Y eso que en el banquillo se quedaron de salida Stuani, Riquelme y Reinier. Míchel, astuto, se trabajó el punto con mucho equilibrio defensivo y unas salidas al ataque con dinamita. Por eso me gusta diferencia­r el criterio futbolísti­co del arbitral. Al Girona lo que es del Girona.

El Mundial. Ancelotti está deseando que pasen estos tres partidos restantes antes del arranque del Mundial de Qatar, porque se nota en muchos jugadores que van con el freno de mano echado. Y en Vallecas, el 7-N ante el Rayo del gran Iraola, y ante el Cádiz en el Bernabéu, el líder se juega seis puntos que necesita como el comer para mantener su condición. Quizás sea el momento para tirar de Ceballos, Lucas, Nacho y hasta Odriozola. Hay que reaccionar.

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Melero señala su antebrazo, indicando por qué pitó penalti a Asensio.

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