AS (Baleares)

La otra mano De Marco Asensio

El balear, en su mejor partido en tiempo, lidera la goleada del Madrid ● Los blancos pasan primeros Dos penaltis transforma­dos por Modric y Rodrygo y otro parado por Courtois ● Quinto tanto de Valverde desde fuera del área

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS A. ORIHUELA Y JAVIER GANDUL

Recuperand­o el apetito, el Madrid escapó de la jaula de las fieras (ahí están Bayern, City o Chelsea) y se aseguró un partido de vuelta de octavos en el Bernabeú, ese eterno corrector de erratas blancas sobre el que no caben más explicacio­nes. Fue ante un Celtic que quiso quedar bien porque así lo pide una hinchada muy por encima de la calidad del equipo y porque quien todo lo ha perdido ya nada tiene que perder. Fue un grupo alegre en ataque y una ONG atrás. Ese fue su camino a la perdición. Equipos así merecen casi siempre el aplauso y casi nunca la clasificac­ión. Asensio aprovechó este viaje para decirle a Ancelotti que sigue ahí, aunque a veces no lo haya parecido, y a Luis Enrique que le apunte para Qatar.

Viva el Celtic 'manque pierda'. El equipo escocés jugaba un amistoso bien pagado y aun así llenó Madrid de hinchas, un 70% de ellos sin entrada aunque muchos se las buscaron para salpicar de blanco y verde la grada sin llegar a una invasión versión Eintracht. Donde hoy queda un equipo de segunda fila con cuatro japoneses, un israelí y un macedonio, entre otros, hubo un día un campeón de Europa con una plantilla nacida al completo en Glasgow y alrededore­s. Aquel tiempo y aquella gloria nunca volverán, pero aunque los clubes decaen, las hinchadas permanecen. Y los futbolista­s, peores que los de entonces, le deben el mismo respeto a la camiseta. Se lo tuvo este Celtic sin esperanza en el Bernabéu, que salió mordiendo y jugó mejor que remató e infinitame­nte mejor que defendió, un buen resumen de lo que ha sido su trayecto por la competició­n.

Fue ante un Madrid sin Benzema, amputación menos sentida que el curso pasado porque sus ausencias son más frecuentes, porque Rodrygo se ha hecho mayor y porque el francés no ha salido tan disparado como en el curso precedente. Y fue con Valverde como centrocamp­ista, sin Camavinga y con Asensio en la derecha, porque Ancelotti procura no dejar a nadie atrás y porque de la segunda unidad es el que más gol le garantiza. El choque se blanqueó muy pronto con dos penaltis... por dos intercepci­ones de antebrazo. Ha sido la semana mundial de la mano en el Bernabéu.

El primer penalti llegó a los cinco minutos. Un remate mordidísim­o y sin ningún futuro de Valverde lo interceptó insensatam­ente Jenz con su brazo derecho y Stephanie Frappart, la primera mujer que pita al Madrid en la Champions, lo cogió al vuelo. El segundo fue menos perceptibl­e en un primer vistazo. O'Riley, a brazo-encogido-no-separado, estilo Asensio, rechazó un remate de Rodrygo. Se le pasó a la francesa pero no al VAR. El resumen, dos transforma­ciones exitosas, de

Modric y el propio Rodrygo. Y como la noche iba de penas máximas, Frappart pitó una tercera, por derribo claro e imprudente de Mendy a Abada. La francesa tuvo un agitado y acertado estreno en el Bernabéu. Este lo paró Courtois, que ya antes había salvado dos remates de Furuhashi y Hatate cuando el Madrid había puesto el piloto automático y estaba de nuevo al borde de la parálisis premundial.

Resuelto el asunto principal, la clasificac­ión del Madrid como primero de grupo, se ventilaron otras causas menores. La primera, que Asensio está por aprovechar el año, vaya o no al Mundial, renueve o se marche. La segunda, que Vinicius se ha comido al Madrid cuando la previsión era que el Madrid se lo comería a él. El balear estuvo en todas las acciones sustancial­es del equipo. Un cambio de actitud que también debe traerle un cambio de porvenir, aunque haya perdido demasiado tiempo. Al brasileño hay que agradecerl­e que haya mantenido su cabeza alejada de Qatar. No regateó una carrera ni entregó un balón dividido aunque haya tenido mejores días en el remate. Asensio y Rodrygo hicieron todo lo posible para que aumentara su cuenta en la primera mitad, pero se le fueron dos ocasiones de lujo.

Para la segunda parte quedó muy poca cosa. Y menos cuando Asensio, con todas las luces encendidas, mandó a la red un centro retrasado, preciso y dulce de Carvajal. El gol siempre estuvo de su parte, en los buenos y en los malos momentos.

Ese 3-0 acabó por narcotizar aún más el partido, suerte que practican con maestría Kroos y Modric. Le ponen música al trantrán. Y con ese son fue el Madrid teatraliza­ndo su dominio hasta que, al fin, Vinicius tuvo su gol, el décimo de la temporada. Se lo regaló, de nuevo,

Valverde. Esa sociedad, inesperada, se ha convertido en la más rentable del Madrid en los últimos tiempos. Fue la última acción del brasileño, porque con su tanto empezó el partido de Vallecas para Ancelotti. Se marcharon también Carvajal, Alaba, Modric y Militao y volvieron, para probarse, Benzema y Ceballos. Postecoglo­u también repartió premios: cuatro sustitucio­nes de un golpe para que en la despedida cupieran casi todos. Se quedaron Kroos, sancionado para el partido del lunes, y Valverde, para meter su quinto gol de la temporada desde fuera del área sin haber lanzado un golpe franco. Luego Jota hizo el tanto del honor, que fue muy honorable: un extraordin­ario lanzamient­o de falta. La afición del Celtic lo celebró como un título. No se puede querer más a un club.

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 ?? ?? Courtois detiene, con una gran estirada, el penalti lanzado por Juranovic, evitando un 2-1 que hubiese resultado inquietant­e. El belga estuvo muy bien.
Courtois detiene, con una gran estirada, el penalti lanzado por Juranovic, evitando un 2-1 que hubiese resultado inquietant­e. El belga estuvo muy bien.
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