AS (Baleares)

Piqué se va al grito de “presidente”

El central, titular y capitán en su último partido, se rompe en su despedida: “Mi abuelo me hizo socio el día que nací; aquí nací y aquí moriré”

- JUAN JIMÉNEZ BARCELONA

Ya no habrá más veces de Gerard Piqué en el césped del Camp Nou. Ya no habrá más manos alzadas en señal de 5-0 en los Clásicos, más discursos elevados después de los tripletes. Más goles al Espanyol en los derbis. Después de compartir centro de la defensa con Puyol, Márquez, Mascherano, Umtiti, Lenglet, Eric, siempre titular en el Barça durante catorce años, cuando al fin fue suplente, llegó el momento del adiós.

Fue en el minuto 84 del Barça-Almería cuando se quitó el brazalete de capitán. Se abrazó a Ter Stegen, Pedri, Balde… También a Xavi a su llegada al banquillo. Y esperó al final para el último adiós. Primero fue manteado por sus compañeros y luego empezó a dar la vuelta de honor mientras sonaba la canción Camins de Sopa de Cabra. El Barça proyectó un breve (tal vez demasiado breve) vídeo con sus mejores momentos y, entonces, sí, le tocó despedirse del Camp Nou. Ahí sí que se rompió. “En la vida, te das cuenta de que querer es dejar marchar. Hay tanta pasión entre el Barça y yo que creo que era el momento de dejarnos un espacio, un poco de aire. Estoy convencido de que en un futuro volveré. Esto no es una despedida, porque ya me fui con 17 años. Entonces creía que también era el momento de dejarnos un espacio. Mi abuelo me hizo socio el día que nací. Y aquí nací y aquí y moriré. Visca el Barça siempre”. A Piqué, entre lágrimas, le costó terminar el discurso. Después, en DAZN, admitió que su adiós “es una liberación”. “Me he quitado un peso de encima, han sido seis meses muy duros”, dijo.

El Camp Nou se rompió las manos aplaudiend­o y empezó a gritar a todo pulmón: “Presidente, presidente”. Segurament­e, ese grito fue el punto y seguido con el que Piqué soñaba para empezar su nuevo desafío, convertirs­e en el máximo dirigente del Barça.

Todos los jugadores desfilaron hacia el vestuario. Piqué se quedó con sus padres y sus hijos, Milan y Sasha, peloteando en el Camp Nou. También con su familia, algún ex compañero como Milito...

El punto final a una gran noche que había empezado con Piqué llegando un par de horas antes del partido al Camp Nou. Esta vez no hubo excentrici­dades como aquella bicicleta que entró a toda pastilla cuesta abajo hacia el párking. Lo hizo paseando con ropa casual, acompañado de sus hijos, a los que prometió en su vídeo de despedida transmitir el barcelonis­mo como lo

Mensaje “Cuando te haces grande, te das cuenta de que querer es dejar marchar” Regreso “Estoy seguro de que volveré en el futuro”

Busquets “Deja un legado increíble; se ha desvivido por el club, lo siente como nadie” Xavi “Le vamos a echar de menos; es una leyenda”

hicieron sus padres. Por eso, en su último día, el primer gran detalle fue de Busquets, que le cedió gentilment­e el brazalete de capitán para que lo luciese el último día. Todos los jugadores salieron al césped del Camp Nou con la camiseta número 3 del central de la Bonanova. Una lona le recibió en el césped (“Sempr3”). También dos pancartas desde el Gol Sud. En una se leía “Gràcies Gerard”. En la otra, “Un dels nostres”.

Nadie se lo quiso perder. 92.605 almas, entre ellas el president de la Generalita­t, Pere Aragonés, se reunieron en el Estadi para darle la despedida al jugador y a la leyenda, 616 partidos de azulgrana. Cada acción de Gerard se recibió con una ovación desde el principio y, en el minuto tres, se escuchó el clásico “Piqué, Piqué, Piquenbaue­r”, que ha formado parte de la banda sonora del Camp Nou en la última década.

Uno de los momentos críticos de la noche se produjo cuando González Fuertes señaló penalti por unas manos de Kaiky. Un runrún invadió la grada. Pero el Barça fue a lo seguro porque había tres puntos en juego y la pelota la cogió Lewwandows­ki..., que falló.

Fue un partido cómodo para Piqué, que estuvo impecable, preocupado por irse con la conciencia tranquila de la hierba que le ha dado tanto y que ya no iba a volver a pisar. Por estar, estuvo hasta prudente para no hacer ninguna de sus famosas excursione­s al área rival. Xavi goteó los cambios pero el que estaba esperando la afición era el del central. Christense­n ocupó su sitio. Llegó a despedida y la cascada de elogios de sus compañeros. Los primeros, los capitanes. “Deja un legado espectacul­ar. Ha hecho historia, se ha desvivido por el club porque lo siente como nadie. Es el ejemplo de lo que tiene que ser un jugador del Barça y lo vamos a echar de menos”, sostuvo Busquets, que se pasó toda la vuelta de honor aplaudiend­o a su compañero. A Jordi Alba se le vio tocado: “Para el vestuario es un palo duro, pero es su decisión y tenemos que respetarla”. Xavi calificó la noche como “histórica y redonda”. “Le vamos a echar de menos porque ya es una leyenda del club”. Y alguien con apellido histórico, Jordi Cruyff, aseguró que “todos hubiéramos soñado con irnos así; es un ganador nato. Entra en la historia”. El Piqué jugador ya es historia. Pero por lo que se escuchó en el Camp Nou, “presidente, presidente”, la leyenda continúa.

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Piqué, saludando a González Fuertes.
La lona con el eslogan Sempr3. Piqué, saludando a González Fuertes.
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Pancartas en el Camp Nou de apoyo a Piqué. En la imagen central, el jugador, manteado por sus compañeros.
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Los compañeros del Barça hacen pasillo a Piqué en su adiós.

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