AS (Baleares)

La catarsis taronja

Un Valencia Basket que está mutando su estilo tras muchos años, visita el Wizink Center

- J. BURGOS / VALENCIA

Hasta la victoria contra el Partizán, el pasado jueves en Euroliga, el Valencia Basket acumulaba una racha de cinco derrotas seguidas (Virtus, Tenerife, Real Madrid, Zalgiris y Unicaja) en apenas diez días. Esto, con la acumulació­n de partidos cada 48 horas, es algo que puede pasar. Sobre todo a plantillas que arrancan con apenas 13 jugadores sanos. Pero no fue el póker de derrotas lo que hizo saltar las alarmas en La Fonteta. Lo que propició que Enric Carbonell, director general y ejecutivo de mayor rango en el Valencia de Juan Roig, bajara a principios de semana al vestuario para pedir explicacio­nes, fue otra cosa: la falta de actitud, algo inconcebib­le para un club cuyo lema es la Cultura del Esfuerzo.

Desde la planta noble entendían que era necesario un toque de atención para cambiar el rumbo. La imagen de dejadez en algunos partidos alertó a todos. Y la regañina hizo efecto, al menos en Belgrado, donde el equipo volvió a la senda que prometió Mumbrú cuando llegó: competir en cada partido.

No obstante, el análisis de la situación actual del Valencia Basket, que hoy tiene otra dura prueba ante el Real Madrid en Liga Endesa, exige una amplitud del horizonte temporal a mucho más de esos diez días tétricos que le dejaron en blanco pese a disputar cinco partidos. Lo primero, es evidente. El estilo del Valencia ha dado un giro de 180 grados. Del basket control, con mucho pase y juego combinativ­o, se ha pasado a un baloncesto directo, mucho más físico como exige la Euroliga, explotando las acciones de uno contra uno y juego dentro-fuera. Fichajes como los de Jones, Radebaugh, Webb y Alexander avalan este viraje. Después de muchos años de juego coral, esta catarsis ha engullido a jugadores que tenían interioriz­ado otro baloncesto. A jugadores como Van Rossom, Prepelic y Pradilla les está costando mucho. Otros como Dubljevic y Arostegui se están enganchand­o.

Paciencia. Es la palabra que manejan en la directiva, aunque a una afición exigente como la del Valencia le cuesta entender algunas cosas. La última, que la solución para sustituir al lesionado Van Rossom, con un Jones renqueante (ayer anunció que será baja varios partidos por una artritis en la rodilla) y un Harper que es una ruleta rusa, sea hacer volver de Melilla (LEB Oro) a Guillem Ferrando. Un parche piensan algunos. “Era la mejor solución. Si cae algún jugador sin sustituto en L’Alqueria (un pívot) iremos al mercado”, deslizan en un club que no sabe si jugará Euroliga el próximo año.

Por eso, el camino es a largo plazo. La moda de dueño rico que busca la gloria en la Euroliga de manera directa (Milán, Mónaco...), no va con Juan Roig. Muchos preferiría­n gastar los 280 millones que va a costar el Roig Arena en cinco temporadas de Final Four. El mecenas nunca se lo ha planteado.

Afición El parche de Ferrando para suplir a Van Rossom no ha sentado bien

 ?? ?? Chris Jones, baja hoy por lesión, explica una jugada a sus compañeros del Valencia Víctor Claver, Bojan Dubljevic, Klemen Prepelic y James Webb III.
Chris Jones, baja hoy por lesión, explica una jugada a sus compañeros del Valencia Víctor Claver, Bojan Dubljevic, Klemen Prepelic y James Webb III.

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