Madrid se pone al volante

Las travesuras del destino hicieron coincidir ayer dos grandes momentos en la agenda de AS, con dos puntos comunes: el automovilismo y Madrid. Por la mañana se anunció oficialmente un secreto a voces: la capital entrará en el calendario del Mundial de F1 en 2026, al menos por diez años, bajo la etiqueta de GP de España. Una pregunta que surge, a bote pronto, es qué pasará con Barcelona. El director ejecutivo, Stefano Domenicali, no descarta que convivan dos citas en el calendario: “¿Por qué no?”. Ya ocurrió otras veces. Le pueden preguntar a Valencia. Esperemos, eso sí, que la experiencia madrileña salga mejor que aquella. Mientras se resuelve esta cuestión, Madrid saborea un acontecimiento que no pisa la capital desde 1981, entonces en el añejo Jarama. Demasiados años sin el deporte rey del motor. El desembarco actual no será en un circuito tradicional, sino en un trazado semiurbano alrededor del IFEMA, que intentará exprimir conceptos más modernos de la F1: la combinación de competición deportiva y espectáculo social, al estilo de Miami o Las Vegas.

Entre los asistentes al acto estaba Carlos Sainz. No el actual piloto de Fórmula 1, a quien esperamos ver, incluso aupado en el podio, en el estreno del gran premio en 2026, sino su padre, el bicampeón mundial de rallys y tetracampeón del Dakar. Un icono del deporte español. Sólo cuatro días después de alzarse con la victoria en Arabia Saudí con su Audi, el legendario piloto de 61 años, recalco la edad, nos visitó en la redacción de AS con el Touareg en las manos. Sainz, como su hijo, es madrileño, lo que hace más especial la coincidencia de fechas. No reveló si seguirá en activo o no, si pondrá el cierre en todo lo alto o afrontará otro proyecto. Tiene dos meses de margen para decidirse. Haga lo que haga, no se le puede pedir más. Carlos Sainz ya es eterno.