AS (Baleares)

Remontando Se llega lejos

El equipo de Ancelotti se sobrepone al gol de Javi Muñoz con otro de sus fulminante­s arrebatos finales Empata Vinicius y decide un cabezazo de Tchouameni, que acostó líder al Madrid ● Las Palmas, de más a menos ● Modric no jugó

- REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL Y CARLOS DÍAZ

Otra bala silbó sobre la cabeza del Madrid. Da la impresión de que ha hecho un receso tras dos derbis agónicos y un Clásico deslumbran­te. En modo remontada, sustantivo al que habría que buscarle hueco en el himno o en el escudo, salvó un partido que se le encanalló con un gol de Javi Muñoz. No ayudaron ni la baja de Bellingham ni el once de Ancelotti, que prefirió a Ceballos sobre Modric sin resultado aparente. El croata no calentó ni como socorrista. El Madrid redujo el partido a la última media hora y así se corre el riesgo de llegar tarde, incluso para quien esta acostumbra­do a arreglarlo todo en esa franja horaria que tantas veces le bendice, incluso para quien tiene una agitador del tamaño de Vinicius.

Las Palmas no es un recién ascendido al uso. Se conduce en Primera con una edición de bolsillo del tiquitaca. Es de mandar y no de aguantar, una rareza con su presupuest­o, pero sus mejores futbolista­s invitan a ello. Mezclan bien la idea expansiva de García Pimienta y la mejor tradición canaria. Así que de salida le incomodó que el Madrid le quitara la pelota y la iniciativa. Fue más aparente que real, porque en el registro de grandes ocasiones solo quedó una de Rodrygo, que le sacó fantástica­mente Valles. La jugada vulneró varias leyes: la del fuera de juego y la de la buena educación. Porque Valles adornó su parada con un mensaje al oído del brasileño y un toque en el estómago; la respuesta de este fue un manotazo salpimenta­do con caída teatral y con retardo del meta que le costó la amarilla al delantero. Fueron dos acciones de naranja.

Ancelotti se debía una rotación desde el domingo y se la cobró en diferido en Las Palmas con un once inédito sin Modric, que no tuvo un minuto ante el Almería, ni de salida ni para la embestida final. Tampoco en Las Palmas. A cinco meses del final de su contrato, una decisión vale más que mil palabras. Su sitio fue para Ceballos sin un solo dato que lo aconsejase. El plan no funcionó. El Madrid se volvió más territoria­l por la propensión del sevillano de acaparar la pelota, pero no más profundo. También porque Las Palmas no adelantó su zaga como ante el Barça y sacó a la superficie su extraordin­aria contradicc­ión: tiene más pelota que gol y mejor defensa que ataque.

El Madrid era más digerible por las bandas que por el centro, aunque nadie se ponía al remate ante los progresos de Carvajal y Fran García. Pero como ambos son laterales de doble filo y no andaban en el campo ni Valverde ni Bellingham para ayudar en el repliegue, se tragaban los movimiento­s al espacio de sus homólogos de amarillo: Marvin y Sergi Cardona. De este último fue el remate más peligroso de los

canarios en la primera mitad. Se le marchó alto.

Los ataques pintaban poco en el partido. Ni Vinicius ni Rodrygo eran capaces de desbordar y Brahim, que mejora en las distancias cortas, se confundió con el paisaje. Vale la misma reflexión para Las Palmas: solo sudor de Sandro y Munir, más para tapar que para producir, y algún detalle de Moleiro, talento sin continuida­d. A estas alturas cabría decir que nada en la plantilla del Madrid, y quizá en ninguna otra del mundo, se le parece a Bellingham, jugador que ha completado ese viaje que emprendió Cristiano y ahora acaba. Aquel Madrid del todos para uno es hoy el de uno para todos, o para todo. Sin el inglés, aunque lo haya disimulado, el Madrid queda a la intemperie.

El equipo de Ancelotti se despidió de la primera parte con dos remates desviados de Vinicius más una vaselina frustrada por Valles y con la certeza de que a ese ritmo la victoria en Las Palmas se antojaba imposible. Y de regreso se agarró al salvavidas de Lunin, que le paró un tiro duro, raso y buscando el contrapié de Munir. Una parada de partido, una parada de Courtois. El Madrid volvía a la astenia primaveral, contagiado por el clima, y acababa por tragarse un gol. Sandro le ganó un esprint a Rüdiger y su centro raso lo remató Javi Muñoz, excanteran­o blanco, en el primer palo. El Madrid seguía sin llegar, pero además había dejado de mandar. Las Palmas, que había subido un punto la altura de su defensa y el atrevimien­to, aprovechab­a su momento.

Así que, por enésima vez, tocó a rebato en el Madrid, de arriba a abajo. Ancelotti vitaminó al equipo con Valverde y le dio remate con Joselu. El equipo entendió el mensaje y, como ante el Almería, se lanzó al abordaje, mientras Las Palmas se hundía en su área. Ahí siempre cuesta bracear hasta la orilla. Vinicius echó a perder un gran envío de Kroos por picar la pelota innecesari­amente, pero no dejó ir otro pase aún mejor de Camavinga. Su remate cruzado le quedó muy lejos a Valles. El brasileño había comenzado a meterse, por velocidad, en la trastienda canaria. El partido comenzaba a hacérsele largo a Las Palmas, desbordado por el nuevo ritmo del Madrid.

Vinicius ya no tenía barreras y tampoco Fran García. Se aventuraba por ahí la culminació­n de la remontada, pero llegó de un modo radicalmen­te diferente, en un córner lanzado por Kroos y cabeceado por Tchouameni, recién llegado al partido. El Madrid dormía líder. Así son los grandes, capaces de ganar de cualquier modo, con y sin juego, con y sin suerte, con y sin Bellingham.

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 ?? ?? Tchouameni se marcha a la banda a celebrar tras haber anotado de cabeza el 1-2 que dio el triunfo y los tres puntos al Real Madrid en Las Palmas.
Tchouameni se marcha a la banda a celebrar tras haber anotado de cabeza el 1-2 que dio el triunfo y los tres puntos al Real Madrid en Las Palmas.
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