A la cabeza de
Dos goles del ariete ponen líder a un Madrid práctico ● El Getafe, flojo en defensa, tiró dos veces al palo
LA CRONICA
Como el fútbol no es edad sino voluntad, ha acabado premiando a Joselu, que hizo goles allá donde fue, pero al que se recordará para siempre por esta temporada en el Madrid, donde se crio y donde volvió en la recta final de su carrera en doble calidad de cedido y suplente profundo. Ya lleva trece goles, 1.400 minutos y un reconocimiento a su oficio en el área, territorio en el que muy pocos saben vivir, le den mucho o poco tiempo. Le hizo un doblete al Getafe que devolvió el liderato al Madrid con la aplicación y el sentido del deber de un canterano. Esa bala es de plata. Sucedió ante un rival que blandeó insospechadamente, sobre todo en defensa, su fuerte, y que tampoco tuvo fortuna: topó dos veces con el palo.
Fue un derbi prederbi, al menos para el Madrid, que cambió a siete de los que ganaron en Las Palmas, incluidos los cuatro centrocampistas. El descanso selectivo es un fichaje invernal a buen precio. La cercanía del Atlético, una buena coartada para rotar. Modric estuvo entre los elegidos, decisión medioambiental; también Lunin, con apariencia de que ha ganado la carrera a Kepa, y Joselu, la artillería en un equipo de infantería. Con la alineación del ariete hizo blanco Ancelotti. Bordalás también le dio la vuelta al Getafe, mitad por convicción, mitad por obligación. Horas antes del partido perdió a Enes Ünal, cedido al Bournemouth. Y el técnico azulón alineó mayoría de centinelas y minoría de asaltantes: Greenwood y Mayoral, por resumir. La cosa quedó en un 5-4-1 preventivo, con Damián Suárez dedicando la noche a Vinicius. A los 30 segundos ya le había hecho una falta admonitoria. El brasileño jugaba con la cintura del uruguayo; el uruguayo, con la calentura del brasileño.
Los dibujos no lo explican todo, porque pese a la operación acordeón de Bordalás, el duelo comenzó equilibrado. La estadística desmiente la impresión de que el Getafe es una caja fuerte. Le gusta presionar alto, pisar campo contrario y lo hizo, pero esta vez el Madrid aminoró mucho las distracciones y se puso pronto por delante presumiendo de banquillo. Lucas Vázquez, el oxígeno de Carvajal, progresó por la derecha y puso un balón en el área pequeña a la medida de Joselu, que tuvo ahí mejores cartas que Domingos Duarte, ensimismado con la camiseta del ariete y despreocupado del salto, y David Soria. Un gol que conforta a los entrenadores porque es de los que prueban que el éxito es cosa de muchos.
El Madrid, Vinicius al margen, iba a lo práctico: control, pocas concesiones, llegadas esporádicas de Lucas Vázquez. Un partido de poca actividad en las áreas y con poca gracia para el público, agitado de forma espaciada por Vinicius, al