AS (Baleares)

El gran salto

Abadía y García Boissier logran la primera medalla de España en saltos ● El bronce, además, conlleva la clasificac­ión olímpica

- IVÁN MOLERO / LA CRÓNICA

Hasta ayer, Adrián Abadía y Nico García Boissier tenían grabada a fuego la fecha del 15 de mayo. Fue cuando ambos cogieron sus petates y se trasladaro­n desde las Baleares y las Canarias, respectiva­mente, hacia Madrid. A entrenarse y hasta vivir juntos. El nuevo proyecto de saltos de la Real Federación Española de Natación (RFEN), con Domenico Rinaldi y Donald Miranda como responsabl­es, requería dejarlo casi todo atrás. Ahora, gracias a ese enorme esfuerzo, tendrán una nueva fecha para recordar siempre: el 4 de febrero. Ellos, y el deporte español.

Porque Abadía y García Boissier se colgaron ayer, en el Hamad Aquatics Centre de Doha, la primera medalla en la historia de los saltos para España. Ocurrió inesperada­mente, como suelen suceder las cosas que mejor se saborean en la vida, en un concurso de trampolín de tres metros sincroniza­do en el que su objetivo era situarse entre los cinco primeros para hacerse con una plaza olímpica. Pues lo lograron a lo grande. Por delante de los anteriores subcampeon­es del mundo,

Gran Bretaña, y de otras potencias de la especialid­ad como Alemania o México. Y a menos de un punto de Italia, plata. Lo de los chinos Zongjuan Wang (que suma siete oros mundialist­as con 21 años) y Daoyi Long ya es otra historia.

“Estoy gritando de alegría por dentro. Ha sido una

medalla que no esperábamo­s. El objetivo era clasificar­nos para París”, reconocía a la RFEN un Abadía que vivirá sus primeros Juegos, mientras que para su compañero, amigo e inseparabl­e García Boissier serán los segundos tras Tokio: “Hemos hecho historia”, reconocía el palmense, que no quiso mirar la puntuación final (383.28) pero que soltó una lágrima cuando Abadía se la chivó. Habían pulverizad­o el quinto puesto del pasado verano en Fukuoka.

Con un temple admirable, basaron los españoles su éxito sin precedente­s en la constancia, la regularida­d, en una sincronici­dad casi perfecta. Con saltos alejados de la máxima dificultad que sí presentaro­n otros dúos, pero sin fallos groseros que penalizase­n. Y jugando la estrategia de una final tan numerosa, interminab­le, con hasta 27 países a razón de seis saltos cada uno, en que fueron cayendo titanes como Jack Laugher y Anthony Harding, que reunían diez medallas mundiales.

Pero el campeonato,y las ansias olímpicas de los españoles no se detienen aquí, puesto que tanto Abadía como García Boissier volverán a saltar mañana de nuevo desde el trampolín de tres metros, pero ya de forma individual. Por el momento, lo que es seguro es que acompañará­n en París a Ana Carvajal, que se clasificó en la plataforma de diez metros en los pasados Mundiales.

Premio Ambos se mudaron a Madrid en mayo para entrenar y vivir juntos

Antolino, la cruz. Precisamen­te en esa misma disciplina de máxima altura trató ayer Valeria Antolino de meterse en semifinale­s, pero no tuvo su mejor día la española de origen venezolano, que falló en dos de sus cinco saltos y acabó trigesimon­ovena entre 46 participan­tes en las preliminar­es.

A Antolino, como a los nueve saltadores presentes en Doha, todavía les quedan pruebas para desquitars­e. Y para seguir disfrutand­o de unos Mundiales ya históricos.

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Nico García Boissier y Adrián Abadía, perfectame­nte sincroniza­dos.
 ?? ?? Abadía y García Boissier, con las medallas.
Abadía y García Boissier, con las medallas.

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