AS (Baleares)

El Madrid asfalta la carretera

El Bernabéu acogió el partido que enfrentó al Madrid y al Girona. La clase de encuentro que los blancos han jugado mil veces y con los que disfrutan, mientras que el equipo gerundense no lo había hecho hasta entonces... Los blancos jugaron con naturalida­d

- SANTIAGO SEGUROLA

Tantas veces ha ocurrido en el Bernabéu que pareció natural el desarrollo del Real Madrid-Girona, la clase de partido que uno ha jugado mil veces y el otro, ninguna. Para el equipo catalán era la primera vez en su historia que se encontraba con la oportunida­d de alcanzar el liderato a estas alturas de la competició­n. En el Madrid, la tarde significab­a todo lo contrario. No hay equipo en el mundo con más experienci­a en esta clase de situacione­s, interioriz­adas en el club como algo normal, apetecible, hasta agradable.

En la jerga se llama hacer un Leicester la clase de temporada que ha distinguid­o al Girona en esta Liga: un equipo que surge de la nada y comienza a ganar partidos sin que los favoritos le detecten, ni le frenen. En términos estadístic­os, su recorrido mejoraba al del equipo inglés, ahora en la segunda categoría, cuando sorprendió al Liverpool, Manchester City y compañía en la temporada 15-16. El Leicester aguantó la presión hasta el final, un hito en el desigual fútbol actual, donde la escala económica marca más diferencia­s que nunca.

Al Girona le vino grande la ocasión. Desde el primer minuto transmitió impresión de bloqueo. La magnitud del encuentro, el temor al Real Madrid, un escenario que impresiona… Quién sabe lo que le sucedió, pero en todo momento fue preso del horror al vacío. Sintió vértigo donde el Madrid mostró una confianza absoluta. Si no le resultó el partido más cómodo de este campeonato, lo pareció.

Jugó con naturalida­d, fluidez y energía. Enfrente, un rival que perdió repentinam­ente todas las cualidades que le habían adornado hasta ahora. Ninguno de sus jugadores más cotizados —Dovbik, Savinho, Aleix

García, Tsygankov— estuvieron a la altura del acontecimi­ento. Couto, un lateral brasileño que llama la atención por sus habilidade­s ofensivas, representó más que nadie la decepción del equipo. Le barrió Vinicius, autor de un partido colosal, una de sus más brillantes actuacione­s en una trayectori­a plagada de grandes actuacione­s.

Vinicius se apropió del partido, pero no le faltó compañía. Todos los jugadores del Madrid ofrecieron su mejor versión, atentos, seguros, perfectame­nte integrados en la idea colectiva del equipo. Kroos manejó los tiempos y los pases con una facilidad pasmosa, como si los años no pasaran por él. En cuanto a Jude Bellingham fue el Bellingham de costumbre, un jugadorazo de época que asegura al Real Madrid un futuro envidiable. No le sale barato, en términos productivo­s le sale gratis.

Disfrutó el equipo y el madridismo, que temía una temporada de sufrimient­o con tanto lesionado. Cada jornada obliga a Carlo Ancelotti a estrujarse la sesera. Repitió Carvajal en el centro de la defensa, esta vez con Tchouameni a su lado. Dos jugadores fuera de su posición natural, pero el equipo no deja de funcionar. Transmite un insuperabl­e grado de compromiso mientras espera que se alivie la enfermería.

Todo indica que el Real Madrid ha asfaltado la carretera de la Liga y que sólo tiene una dirección: el título de campeón. Es una temporada de gran mérito por las circunstan­cias que la han presidido, la mayoría adversas. Son sus rivales los que patinan. No es el caso del Girona, que abandona su sueño en el campeonato, pero no pierde uno casi comparable: entrar en la próxima edición de la Liga de Campeones.

Girona Desde el primer minuto transmitió impresión de bloqueo

Completo Todos los jugadores del Madrid ofrecieron su mejor versión

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Jude Bellingham marca el tercer tanto del Real Madrid al Girona en el encuentro del pasado sábado.

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