La celebración en ‘diferido’ de España
La Selección se clasificó para París 30 minutos antes de jugar: “Lo celebramos como locas”
bloque del año pasado pero con un jugador nuevo entre comillas (Campazzo). Están intratables en las dos competiciones, pero a un partido todo es posible. Les hemos ganado en el Palau y si se da una hipotética final, podemos ganar. —Dijo usted, en una entrevista, que era antimadridista… —Lo expliqué en Twitter porque mucha gente se me tiró encima. Yo no sufro en absoluto y menos por comentarios de Twitter, pero hay gente de mi familia que sí. Lo que dije lo dije en un ambiente distendido, un poco de broma. Simplemente dije que lo que he mamado en mi casa es eso. No implica que tenga odio ni nada en contra del Madrid. En absoluto. Al final, si te gusta el Barça no te gusta el Madrid. Sin más. —¿Cómo está viendo a Ricky? Una excelente noticia su llegada al Barça, ¿no? —Siempre he sido fan de Ricky. Compartí con él una semana con la Selección en el año de los Juegos de Tokio y el verano pasado, un poco también. Tenerlo en el equipo y verlo entrenar, feliz y con ganas, es un regalo. Es algo que me voy a llevar como recuerdo en mi carrera. Si está bien y nos ayuda, será genial.
—¿Cómo surgió el apodo de la Mamba vasca?
—Mi hermano me cambió el nombre de Twitter sin darme yo cuenta y se quedó ahí.
—¿Le gusta?
—No creas. Me hizo gracia en su día, pero porque yo no pensaba que iba a jugar en ACB ni que se me iba a conocer por eso. Cuando la gente empezó a llamarme así me resultó un poco incómodo. La comparación está tan fuera de lugar... No me importa pero prefiero que me llamen Darío.
El Sopron Arena (el antiguo Novomatic Arena) era una caldera durante el CanadáJapón. Por asuntos del average, la victoria norteamericana clasificaba a Hungría antes de su partido contra España. Los aficionados magiares jaleaban a las jugadoras de Víctor Lapeña. Gritaban cada triple frente a unas niponas que no se dejaron asustar. Frías, alegres, impredecibles, las asiáticas sacaron el duelo adelante con Mai Yamamoto, la MVP de este Preolímpico de Sopron, como su gran heroína: la pequeña base de 163 centímetros descerrajó los últimos tres puntos de las niponas. Los que certificaron el triunfo y su billete a París.
Un nombre, el de Yamamoto, que fue más de una vez mencionado en el vestuario de la Selección, donde las jugadoras españolas esperaban pacientemente el final de ese encuentro para saltar a la pista para medirse con la anfitriona. Con el móvil en la mano, las internacionales vivieron el desenlace de un encuentro que les daba pasaje a Francia este verano sin necesidad de jugar frente a las anfitrionas. Cuando la bocina sonó, las españolas gritaron, se abrazaron. Misión cumplida.
“Ha sido un sube-baja porque sabíamos que estábamos clasificadas, todas contentas por conseguir el resultado que buscábamos y, a la vez, hemos tenido que aparcarlo, dar nuestro máximo para afrontar el partido”, aseguró la capitana, Alba Torrens. La alero estará en sus cuartos Juegos. “Lo hemos celebrado como locas en el vestuario”, señaló Queralt Casas, alero de la Selección y una de las portadoras de los móviles desde el que sus compañeras vivieron el triunfo nipón.
Y de la celebración grupal de las jugadoras a la soledad del entrenador. Siempre la soledad del técnico. Miguel Méndez vivió en su vestuario los instantes que le conducen a unos Juegos Olímpicos por primera vez. Sin nadie. Aislado del ruido lo máximo posible con música y con “muchos nervios”, como reconoció. “Intentando concentrarme solo en nuestro partido. Lo vi solo, todo mi cuerpo técnico estaba viendo el partido y yo repasando los papeles del plan del partido, que me los he tenido que leer 73.000 veces en los últimos 20 minutos, con música, intentando no escuchar al público. Estaba muy estresado, concentrado en el plan de partido que no fue fácil hacerlo”, señaló Méndez, seleccionador de un grupo que llegó a París casi tres horas antes de lo previsto.