AS (Baleares)

Portero, medio pase

Decisivo Lunin: nueve paradas para salvar a un Madrid gris ● Vinicius topa con el palo ● Gol anulado al Leipizg en el 2'

- REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL

los defensas alemanes, un tirito de Kroos a las manos de Gulacsi, un remate pifiado por Rodrygo. Pirotecnia. El Madrid necesitaba al Vinicius del duelo ante el Girona, creativo, desbordant­e, subversivo, pero la zaga alemana se protegía bien contra sus ocurrencia­s con una defensa de ayudas a Simakan, su vigilante. Henrichs siempre estuvo dispuesto a echar una mano allí. Peor aún le iba a Brahim y Rodrygo. El primero, como delantero centro disfrazado. El segundo, especialme­nte impreciso en las combinacio­nes.

Al descanso el Madrid solo podía celebrar el resultado y que las ocasiones del Leipzig fueron perdiendo claridad con el paso de los minutos. Equipos tan volcados en el plano físico como el alemán van perdiendo colmillo cuando corre el reloj.

El Leipzig amenazaba con un segundo asalto cuando llegó la jugada del partido, un salvavidas convertido en pieza de museo. Brahim tomó el balón en la derecha y fue zigzaguean­do en busca del remate asesino. Se deshizo de Raum, de Simons y de Schlager con golpes de cintura y cuando se abrió el bosque al final de tanto árbol metió una rosca de izquierda cerca de la escuadra. Lo hizo sin patines, aunque no lo pareciera. Un gol que nada tenía que ver con el partido ni con el Madrid. La enésima confirmaci­ón de que en el fútbol, cuando no aparece el equipo, aparecen los futbolista­s. Brahim es de categoría superior, diferencia­l, aunque haya entrado en el club por la trastienda, siempre la cara más difícil de ascender. Más si el sitio que le ha reservado Ancelotti es el de Bellingham. Una lástima y una injusticia que se rompiera a diez minutos del final.

Lo que llegó después era esperado. El Leipzig, que siempre jugó a toda vela, acentuó su acometida y dejó más tierra desocupada a sus espaldas. La consecuenc­ia, un aumento de actividad en las dos áreas. Doble parada de Lunin a Olmo y Sesko, disparo alto en posición franca de Rodrygo, remate pícaro de Vinicius al palo. En cierto modo, un partido de vuelta en la ida, probableme­nte porque el Leipzig no olvida que el Bernabéu ha sido la tumba de tantos.

En ese alocado juego de doble dirección quedó la impresión de que el Madrid tenía las de ganar. En concreto Vinicius, que cuando sobran los minutos y los espacios enciende al Madrid. Esta vez su obra resultó inconclusa. Aún le quedó al Leipzig una última embestida, ya sin Dani Olmo pero con Xavi Simons, y ahí estuvo Lunin, otro a cola de pelotón al inicio de curso y ahora camino de providenci­al. Ancelotti llegó aquí como entrenador y quizá se vaya como contorsion­ista.

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