AS (Baleares)

“A veces nos hemos sentido invencible­s”

El francés vive su mejor temporada en el Madrid y forma una pareja clave con Tavares en el puesto de ‘cinco’. Una de las grandes bazas merengues en esta Copa. “Jugar con el mejor pívot de Europa me ayuda a ganar títulos”.

- RICARDO GONZÁLEZ

Vincent Poirier (Chamart, Francia, 1983) pone más gorros por minuto que nadie en Europa (3,4 cada 40). El pívot de la barba, los tatuajes y los pendientes de diamante.

—¿Es la actual temporada la mejor de Poirier en el Madrid? —Eeee… sí, puede ser. Me encuentro bien, conozco mi rol perfectame­nte y el coach confía en mí.

—Está taponando mucho y exhibe una gran conexión con Sergio Rodríguez, ¿tienen señas secretas? —No hay señas para los alley-oops, pero la conexión funcionó al principio y es algo que tenemos entre los dos, una cosa nuestra. También estoy taponando bastante, un aspecto defensivo que me encanta. Cuando un rival intenta un mate, pienso que eso no puede pasar en mi casa (se ríe). Los tapones nos ayudan a correr, a sumar puntos de una manera más fácil. Estoy centrado en ayudar en cosas simples que puedo hacer para beneficiar el talento de mis compañeros. —Machaca y tapona con más facilidad con la mano izquierda siendo diestro, ¿por qué? —No lo sé bien, la verdad. Desde que empecé a jugar fue así, me siento cómodo, como si llegara más alto con la izquierda. —Permítame la broma, ¿ha probado a tirar de tres con la izquierda?

—No voy a intentarlo porque Chus Mateo me mandaría al banquillo (suelta una carcajada). Con la derecha tengo el mejor porcentaje del equipo en triples (es cierto, al menos en la Euroliga, 2 de 4, 50%).

—Todo el mundo reconoce a Poirier por su aspecto: la barba, los tatuajes, los pendientes… ¿Cuándo adquirió ese look? —Cuando tuve dinero (se ríe). Mi primer tatuaje me lo hice con 19 años y luego llegaron los demás, siempre con el mismo tatuador, una amiga, porque es algo muy personal y debes tener confianza en quién te lo hace. Me encantan los tatuajes, la imagen que transmiten, aunque quizá sea el momento de acabar, de no hacerme más, pero me resulta difícil. También los pendientes son parte de quién soy, de mi imagen. —Empezó jugando al fútbol y llegó tarde al deporte de la canasta, ¿cuándo y cómo se enganchó?

—A los 17 años. Mis primeros amigos jugaban al fútbol, pero luego, siendo más mayor, los que tenía jugaban al baloncesto. Y me repetían que debía hacer una prueba, la hice y así comencé, en el mismo equipo donde había jugado antes al futbol. Hasta entonces solo había utilizado los pies. —¿Cuál era su puesto?

—El de Militao, aunque defender tampoco es que me gustara demasiado y alguna vez lo intentaba como atacante. Cuando pegué el estirón me costaba, la verdad, los demás eran más pequeños, iban rápido y mi centro de gravedad era más alto. —Comenzó mayor en el baloncesto y también fue de crecimient­o tardío, ¿no?

—Sí, cuando más lo noté fue con 15 años, cuando pegué un estirón espectacul­ar y tenía que agachar siempre la cabeza para pasar por las puertas, superaba los dos metros, como 2,05 o 2,06 m. Luego crecí algo más, pero de pequeño también era el más grande, toda mi vida he sido siempre el más grande. —¿Le acomplejab­a ser alto? —Sí, un poco, el mundo que me rodeaba era más pequeño que yo, pero las cosas cambian cuando llego al baloncesto. —Sus padres también eran altos, ¿siempre tuvo una casa adaptada a sus necesidade­s? —Ahora, con más dinero, es más fácil adaptar los muebles y demás, pero entonces mis padres ya lo intentaban. Siempre tuve una cama y un sofá grandes, también la televisión, todo grande para sentirme más cómodo. Ahora es incluso mejor e intento que todos los espacios de mi casa me hagan sentir cómodo. —¿Su evolución en la cancha fue rápida? —Sí, porque al principio jugaba en Bussy, donde vivía, donde iba a la escuela, y luego ficho por el París-Levallois, que está a una hora en tren. Hay un momento en el que les digo a mis padres que, una vez acabada la escuela, quiero centrarme en el baloncesto. Y me dicen que vale. Dos años después de empezar en serio me di cuenta de que quizá tendría posibilida­des de hacer algo. En el Centro Federal de Baloncesto de París pude ver que cada año había gente que pasaba a profesiona­les. Y en la tercera temporada alterné entre los profesiona­les y los jóvenes. —Y de ahí al Baskonia, a la NBA. Cuando ficha por el Madrid, ya sabe que Tavares está por delante, ¿por qué acepta ese desafío?

—Para mí nunca ha sido un problema compartir los minutos con Edy. Nos habíamos enfrentado y sabía lo bueno que era, pero cuando firmo por el Madrid es porque quiero ganar títulos, y jugar con el mejor pívot de Europa resulta muy positivo para lograr éxitos. No hay problema, al revés, la competenci­a es buena para los dos, un desafío diario que nos sirve para mejorar. Me gusta creer que en estos tres años él ha mejorado conmigo en el equipo y yo con él. Para alguien como Tavares creo que es muy importante enfrentars­e cada día a un pívot grande como yo. —Parecen tener una buena relación, ¿compartir la experienci­a vital de ser hombres muy grandes les ha podido unir?

—Sí, en parte puede que haya algo de eso.

—Ha dicho que le gusta la estabilida­d, no cambiar de club por su familia y también por su baloncesto, aunque nunca había estado más de tres años seguidos en un mismo equipo. —Sí, es verdad, la primera vez que estoy tres años en el mismo club, y me gusta. Me he sentido cómodo sin pensar dónde iba a ir o con quién iba a firmar. Para jugar es lo mejor, estar centrado solo en el baloncesto. Y ahora… bueno, a ver.

—Claro, en junio acaba el contrato que firmó en 2021.

Taponador “Cuando un rival intenta un mate, pienso: ‘No en mi casa”

Futbolista “Jugaba en el puesto de Militao, hasta los 17 solo utilicé los pies”

—Me gustaría seguir en el Madrid, pero hay muchas cosas por delante y solo estoy centrado en lo deportivo, en ganar la mayor cantidad de títulos.

—La temporada del Madrid es muy buena, aunque la Copa quizá no venga en el mejor momento, desde fuera parece que el equipo ha perdido un poco de fuerza por el calendario, las lesiones… ¿Cómo lo ve?

—Sí, quizá ahora hayamos mostrado algo de fragilidad, pero debemos entender que viene una competició­n de tres partidos en cuatro días y no podemos pensar en nada más. La receta es disfrutar para ganar, sabemos cómo hay que jugar y que los rivales intentarán matarnos. Lo bueno es que llegamos con todos los jugadores recuperado­s y utilizamos el partido del domingo para que Tavares y Llull cogieran ritmo después de sus lesiones. Con el equipo al completo a veces nos hemos sentido invencible­s, aunque todos los rivales saben cómo jugamos. Humildad y seriedad. —El Madrid ha parecido invencible durante muchos tramos y ahora lo parece el Unicaja. —Sí, por eso no creo que seamos los únicos favoritos, el Unicaja lo es porque juega muy bien y nos ha ganado en la Liga. —¿Les motiva que el UCAM les derrotase hace un mes? —Recuerdo el partido, sabemos que ganarle al Madrid delante de tu afición es una gran fiesta. Aquella derrota nos dolió un poquito, nos presentamo­s también con bajas (cinco, incluido Poirier), y la tenemos en la cabeza. Queremos demostrar que aquel Madrid no es el mismo que va a jugar ahora en la Copa.

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Vincent Poirier posa para AS en la Ciudad Deportiva del Real Madrid.

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