El líder se duerme
El Madrid se adelanta en el minuto 3 con un gol de Joselu, pero un penalti de Camavinga levanta al Rayo
LA CRONICA
Se juntó todo. La presencia de Mbappé en cualquier rincón de la semana menos la alineación, que todo se andará; el cansancio de la Champions; un campo encogido y un Rayo agrandado, y una tarde de infarto de Tchouameni, invasor de jardines. Lo cierto es que en lo que transcurrió entre el aperitivo y la sobremesa, el Madrid se atascó en Vallecas y se dejó dos puntos. Es lo que tiene estar obligado a ganar la Liga dos veces: la que le se le dio por supuesta la semana pasada, con el hundimiento de sus perseguidores, y la que queda por delante. El Rayo se ajustó al canon de equipo con entrenador de estreno: más garra, más orden, mejor ánimo. No le abatió el gol inicial del Madrid y ahora ve la Liga de otro color.
Es tal el estado de optimismo del Madrid que el fútbol le pasa por alto cualquier defecto y le premia extraordinariamente todas sus virtudes. Le sucedió en Leipzig, donde pasó de sometido a vencedor, y quedó resumido en diez segundos en Vallecas, los que transcurrieron entre la falta de entendimiento entre Lunin y Camavinga que le abrieron una gran oportunidad a De Tomás, el atarugamiento de este con la complicidad de Trejo y el contragolpe relámpago inmediatamente posterior de Brahim y Valverde culminado en gol por Joselu, el instrumento del líder para ganar partidos de forma excepcional.
Esa sensación de inmortalidad del Madrid se repitió poco después, cuando Tchouameni, imprudente y despistado, interceptó absurdamente con el brazo un centro de Álvaro García y le salvó del gilipenalti la posición de fuera de juego del rayista.
Golpes de fortuna al margen, fue abrumadora la superioridad inicial del Madrid, especialmente desde la banda izquierda, bífida por las acometidas clásicas de Vinicius y las eventuales de Fran García. El Rayo presentó un once de efecto recuerdo. Lo que le funcionó a Iraola estuvo en el kilómetro cero de Íñigo Pérez, Trejo y De Tomás incluidos. Una apuesta por el talento frente al vigor. Una terapia tradicional para interrumpir la secuencia fatal en la que se encontraba el equipo: depresión-ansiedad-pánico. Otro entrenador, otra actitud y casi otro equipo.
El Rayo, estaba siendo zarandeado por el líder cuando le sobrevino el empate. Fue en la jugada mejor armada de los franjirrojos, también muy vencidos a la izquierda. Progresó Espino, retrasó para Trejo y el remate de este tocó en la mano moderadamente despegada del cuerpo de Camavinga. Suficiente en este neofútbol para que el VAR hiciese sonar la campana, señalase penalti Muñiz Ruiz y lo transformase Raúl de Tomás. Era su primer gol en esta Liga. De pronto, reapareció el Rayo de los mejores días, con juego por