“Jugar al fútbol era tabú, fui el bicho raro del patio”
La que fuera defensa del Sevilla durante una década, directora de la sección femenina desde 2017, atiende a AS como cuarta protagonista de la serie ‘One Club Woman’
Hablar del Sevilla es hablar de Amparo Gutiérrez Hornos (Torredonjimeno, Jaén, 1982). Jugadora hispalense durante una década, es la cuarta protagonista del serial de AS One Club Woman después de Alicia Gómez (Rayo Vallecano), Aintzane Encinas (Real Sociedad) y Melanie Serrano (Barcelona).
—¿Cómo era jugar al fútbol para una niña en los 90? —Complicado, a veces me pregunto cómo llegué... Soy de un pueblo de Jaén y allí hasta ahora mismo el fútbol femenino tampoco se ha desarrollado. En mi época jugar al fútbol era muy tabú, yo fui el bicho raro del colegio, de la calle... Pero tenía una pasión por el fútbol exacerbada. En muchas ocasiones era insultada o rechazada. —¿Cuál fue su primer equipo? —Hicimos un equipo de fútbol sala de chicas en el pueblo y a partir de ahí fui a un campeonato de Andalucía y luego a la Selección española Sub-18. Entonces tuve la oportunidad de irme a Estudiantes (Huelva) o seguir jugando con mis amigas. Fue un cúmulo de casualidades, he visto a amigas que también les gustaba el fútbol que se han quedado en el camino porque no soportaron esa presión de la calle, del día a día, de no ser aceptadas en este deporte eminentemente masculino.
—¿Y cómo llega al Sevilla?
—En Estudiantes estaba muy bien, con Antonio Toledo (entrenador) y con Manoli (Manuela Romero, presidenta del ahora Sporting Huelva). Pero
me llegó una llamada de Sebastián Borrás, entrenador del Híspalis. El año del centenario del Sevilla querían hacer un convenio Sevilla-Híspalis para sacar el femenino. Entonces, hay una persona clave, Chave, que también recibió la llamada y me metió un poquito ese veneno de cambiar de aires y la ilusión de formar parte de este proyecto. —¿Qué tipo de defensa era?
—Una central aguerrida, dura, poco aseada en la salida
de balón, pero muy fuerte en los duelos, bien al corte, contundente y dominadora del juego aéreo.
—¿Cómo pasa a ser directora de sección?
—Cuando era jugadora no paraba, entrenaba, coordinaba, hacía macutos... Casi vivía en la ciudad deportiva. Después de dejarlo fui madre (en 2014 y en 2016) y en 2017 el club decidió profesionalizar la sección y me sientan en un despacho y me dicen que tengo que ser yo. Que tenía que decir que sí. —¿Cómo ha visto cambiar el fútbol femenino?
—La mayoría de las jugadoras tenían otro trabajo, los horarios
de entrenamiento eran en los últimos turnos, llegaban agotadas... Yo era de las privilegiadas que sobrevivían con lo ganado con el fútbol. A nivel de entrenamientos no teníamos medios. Éramos el último mono de la ciudad deportiva porque siempre el masculino imperaba y cualquier equipo infantil masculino tenía más condiciones que el primer equipo femenino. —¿Y las jugadoras?
—La tipología de la jugadora no tiene que ver nada a nivel físico con la de ahora. Se ha evolucionado muchísimo. El fútbol español ya era rico en lo técnico-táctico y con lo físico, ahora es la primera potencia mundial.
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