Curso de historia perica
Se quejaba Quique de que cuatro meses no le habían bastado para conocer la centenaria historia perica, pero en la última semana ha hecho un máster acelerado. Si ya le quedó claro —esperemos— que al enemigo, ni agua, ahora ha probado en la propia carne nuestra sempiterna maldición con los penaltis. Claro que, cuando se llega a los 11 metros con la falta de espíritu y de concentración de algunos de nuestros lanzadores, se entiende por qué no superamos una tanda desde 1990. El error fue llegar ahí, dejarse dominar, no ir a por el partido ni hacer todo lo posible para evitar ese cara o cruz que solo buscan los equipos pequeños. Clasificarse así apenas habría mitigado el fracaso de una eliminatoria en la que disparamos dos veces a puerta en 220 minutos. Un bagaje ridículo. Hubo jugadores que no estuvieron a la altura, y otros que, simplemente, no estuvieron. Además de repasar la historia del Espanyol, Quique debe tomar nota.
Otra constante de la historia perica es caer ante equipos menores en partidos deslavazados y noches aciagas como anteayer. Palamós, Alicante, Lleida, Terrassa e incluso el Villarreal
cuando estaba en Segunda B ya nos apearon antes de la
Copa. El jugador perico tiende históricamente a la pachorra y el amodorramiento. Precisamente, Quique vino para cambiar ese carácter acomodaticio que es la antesala del susto y el desastre, pero su tibia reacción tras el partido hace temer que se haya unido al clan de la modorra. Y cuidado con el día de Reyes, porque también es tradición palmar los primeros partidos después de fiestas. Avisados están.