Ricardo González Dávila “Corea del Norte será potencia en casi todo”
Ricardo González Dávila (Madrid, 1972), ‘Richi’, se convirtió a finales de 2016 en el seleccionador de uno de los países más herméticos del mundo: Corea del Norte. Un enorme reto para un entrenador trotamundos que ya ha dirigido a los equipos nacionales de Chile y Bolivia.
La primera pregunta es obvia, ¿cómo le surge la oportunidad de ir a trabajar a un país como Corea del Norte?
—La verdad es que si me lo hubieran contado solo unos meses antes, habría pensado que se trataba de una broma. Recibí un correo electrónico de su Comité Olímpico. Por deferencia no les pregunté cómo habían conseguido mi dirección. Siempre me había apetecido entrenar en Asia, así que acepté, y antes de regresar firmé un contrato para 2017, por tres meses y ampliable a cuatro. Por ahora mantengo el contacto a través del correo electrónico, regresaré en función de mi disponibilidad y de las fechas de los campeonatos asiáticos.
—Entonces, y si piensa en regresar, se puede afirmar que ha sido una experiencia positiva para usted.
—Ha sido una experiencia muy buena a nivel profesional y personal, con unas condiciones de trabajo excelentes. Nunca había visto tantas instalaciones deportivas de primer nivel juntas. En la enorme Avenida de la Juventud, en Pionyang, cuentan con más de 20 recintos específicos para cada deporte. Están disponibles las 24 horas del día y cada uno cuenta con una capacidad para unos 5.000 espectadores. Los mejores deportistas de cada disciplina, normalmente entre 20 y 25, viven en las residencias ubicadas en cada pabellón, todas ellas perfectamente equipadas. Comen y cenan en una sala común y cuentan con un gimnasio para trabajar musculación, cardio... Todo es de primer nivel.
—¿En qué consistía básicamente su trabajo una vez que se puso manos a la obra?
—Cuando llegué me preocupaba sobre todo el tema del idioma, pero con la traducción conseguimos tener pronto un buen ritmo de trabajo. Mi cometido era tecnificar y mejorar a los jugadores de cara al Campeonato de Asia. Entrenábamos seis horas diarias y sólo teníamos libres las tardes del jueves y el domingo. Eso es algo que sería casi utópico en cualquier equipo europeo. El plan era el mismo para todos los deportes: sesiones de 9 a 12 por la mañana y de 15:30 a 18:30 por la tarde.
—¿Y cómo definiría entonces al jugador norcoreano de baloncesto?
—La verdad es que las chicas tienen muy buen nivel, muchas jugadoras podrían jugar en la Liga Femenina española, por ejemplo, sin ningún problema. Los chicos quizá no tengan el tamaño para competir en Europa, no al menos en las máximas categorías, pero lo compensan con una forma física extraordinaria. No he entrenado allí a nadie con sobrepeso, mientras que en otros sitios siempre me había encontrado a algunos en condiciones que dejaban mucho que desear. Es admirable su esfuerzo. Técnica y físicamente son muy buenos, aunque tienen que crecer en cuestiones tácticas, defensa... La gran mayoría son extraordinarios tiradores, por lo que lo que les falta muchas veces es equilibrio entre el juego exterior y el interior. Deben mejorar pero cuentan con ganas y tiempo. Y poseen las instalaciones adecuadas para ello.
—Entonces le augura buen futuro a ese baloncesto.
—Tienen en primer lugar el hándicap de no tener una Liga nacional demasiado fuerte. Si
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“Nunca les llegué a preguntar cómo habían conseguido mi e-mail”
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“Nunca había visto antes tantas instalaciones de primer nivel juntas”
entienden que sus equipos no están preparados para competir a un buen nivel en torneos internacionales, deciden no participar. A menudo me pedían que comparara su nivel con el de las selecciones de Chile y Bolivia. Solo dan el paso cuando entienden que están realmente preparados. Quieren competir y ganar. Por lo que he vivido este mes, con la ética de trabajo que tiene, Corea del Norte es un país que acabará convirtiéndose en una potencia en prácticamente todos los deportes.
—De hecho, estaba allí durante el Mundial de fútbol Sub-17 ganado por su selección femenina.
—Es consecuencia del trabajo que están haciendo. Lo celebraron como si se tratara de una victoria de ellos contra el resto del mundo. —Compaginó el trabajo con las dos selecciones, la masculina y la femenina, ¿le resultó difícil desarrollar ambas labores al mismo tiempo?
—No. Cuando llegué empecé a trabajar con la selección femenina y luego pasé a hacerlo con la masculina para acabar después de nuevo con las chicas. No se me hizo para nada difícil más allá de las evidentes diferencias físicas: para mí baloncesto sólo hay uno. —¿Cuentan como base con algún modelo concreto de trabajo como principal espejo para desarrollarse?
—La mayor influencia la reciben de China porque es el país con el que más relaciones comerciales y deportivas mantienen. Mientras estuve en Corea del Norte, varios equipos chinos fueron a competir y entrenar con ellos.
—Y los aficionados al baloncesto de Corea del Norte, ¿siguen alguna de las grandes competiciones internacionales: la NBA, la Euroliga...? —No, ninguna. Ni siquiera ven partidos por televisión. Más allá de las competiciones asiáticas en las que ellos participan, la información que reciben desde el exterior es muy escasa. Tampoco son en general personas que se preocupen en exceso por lo que sucede fuera, en otros lugares. A mí, de hecho, me llegaron a preguntar por el nivel de España en el mundo del baloncesto porque no sabían ni siquiera que somos los actuales campeones de Europa, por ejemplo. Aunque sí vieron partidos de los pasados Juegos. —Aunque supongo que Dennis Rodman sí les sonará después de su controvertido paso por Corea del Norte… —Sí, claro. Me enseñaron vídeos y balones que Dennis Rodman firmó durante su visita, que fue de un carácter marcadamente promocional. Organizaron un partido de exhibición en el que también participó algún miembro de los Harlem Globetrotters, algún clínic con la selección masculina...
—No puedo dejar de preguntarle por su Líder Supremo, Kim Jong-un. ¿Llegó a conocerle durante su estancia? —No, pero la verdad es que me hubiera encantado conocerle, quizá en un futuro... Sí traté con todas las autoridades del deporte del país, desde el Ministerio a la Federación. Con su presidente tuve mucha relación. Me explicó que era un gran amigo del presidente y que jugaron durante muchos años en el mismo equipo de baloncesto. Después todo eso que dicen por ahí de que quiere que haya canastas de cuatro puntos, que los triples tengan que entrar limpios o que los mates valgan tres tantos es absolutamente falso. Puro desconocimiento. Juegan al baloncesto con las mismas normas que el resto del mundo.
—¿Y cómo definiría la situación política que se encontró en un lugar del que sabía tan poco antes de llegar?
—Hay gente que espera que le cuente cosas que yo no he vivido. Simplemente puedo contar la que ha sido mi experiencia. Con tantas horas de entrenamientos no me dio tiempo a ver demasiado, pero tuve total libertad para moverme, también en metro, y para hacer turismo. Tanto solo como acompañado. Me facilitaron siempre todo cuanto les pedí. En la habitación del hotel tenía 15 canales, aunque sólo uno internacional: ‘France 24’, en inglés y subtitulado al coreano.
—Y más allá de los grandes cargos políticos, ¿qué le parecieron las condiciones de vida de la población local?
—Lo que vi es que no les falta de nada. Todos los jugadores llevan sus zapatillas Nike último modelo que han comprado ahí mismo. He conocido a mucha gente en Venezuela y Cuba que soñaba con marcharse de allí. Y tuve contacto con muchos norcoreanos y ninguno me dijo jamás algo parecido. Ni siquiera se interesan por cómo se vive en otros lugares del mundo. He estado en muchos países y en seguida te das cuenta de dónde la gente es feliz y dónde no lo es. Y mi sensación es que en Corea del Norte no viven amargados, ni mucho menos.
Disciplina “Al jugador coreano le falta tamaño pero su forma física es extraordinaria”
Desarrollo “Las jugadoras tienen buen nivel, podrían competir en la Liga española”
Libertad “Me dieron todo lo que pedí y me moví por todas partes sin ningún problema”
Población “Creo que no les falta de nada, no viven amargados ni mucho menos”