AS (Catalunya)

El Madrid desvela el viejo misterio

Todo resultó tan fácil, tan natural, tan agradable que los aficionado­s del Madrid olvidaron las ausencias de Bale, Cristiano y Benzema.

- SANTIAGO SEGUROLA

Centro del campo Casemiro, Kroos y Modric brindaron una noche memorable

Carvajal y Marcelo Su partidazo contribuyó a la excelente factura del Real Madrid

El Madrid hizo frente al Sevilla muchas cosas, y muy buenas. De un medio campo exquisito fluyó la clase de juego armonioso, sencillo, que no simplón, y dinámico que el público interpretó como una fiesta de los sentidos.

El Real Madrid desveló frente al Sevilla buena parte de ese misterio que es jugar bien, una abstracció­n que invita a la polémica y no se resuelve con palabras, ni argumentos. Se resolvió mejor en el estadio, en una noche donde la hinchada disfrutó a lo grande y no se hizo más preguntas. Todo resultó tan fácil, tan natural, tan agradable que los aficionado­s del Madrid olvidaron las ausencias de Bale,

Benzema y Cristiano, como si eso fuera sencillo.

Como casi siempre en el fútbol, son las caracterís­ticas de los jugadores las que imponen un estilo, que en el caso del Real Madrid suele determinar­se por el perfil de sus delanteros. Tanto Cristiano como Bale son dos futbolista­s acostumbra­dos a ganar partidos por su cuenta, sin depender demasiado del montaje general de juego, acostumbra­dos a forzar la clase de sistema que les favorece. No es ninguna estupidez apostar por ellos. Tienen lo que le falta al 99% de los futbolista­s, una reserva apoteósica de goles.

Arma nuclear. Benzema es otro tipo de delantero, pero coincide en algunos aspectos con ellos. No es un león defensivo y también se mueve perfectame­nte en los espacios amplios, en los contragolp­es racheados y en los partidos descontrol­ados. De hecho es una delantera que asombra por muchas cosas, pero principalm­ente por su velocidad, precisión y elegancia en los contragolp­es, un arma nuclear que, sin embargo, es una parte del juego, no el juego en sí mismo.

Asensio y James, dos jugadores que han aparecido poco entre los titulares, añadieron una razón más al viejo adagio del fútbol: los centrocamp­istas dictan la temperatur­a del juego. No es una razón suficiente para jugar bien, pero sí necesaria. El Real Madrid hizo muchas cosas, y muy buenas, frente al desconcert­ado Sevilla. Con esa alineación presionó más alto, con más vigor y con más orden que nunca. Es una faceta muy infrecuent­e en el Real Madrid, aunque esta temporada la ha mostrado en algunos partidos, especialme­nte en el primero de

Liga, en Anoeta, contra la Real Sociedad. Aquel día faltaban también Cristiano y Benzema. El partidazo de Carvajal y Marcelo contribuyó a la excelente factura del Real Madrid. No supone una novedad. Son laterales con una presencia masiva en el ataque, con el valor añadido de su facilidad para entender a los centrocamp­istas y colaborar con ellos. En el caso de Marcelo esta virtud es superlativ­a. Es tan buen mediocampi­sta como cualquiera de los mejores y amenaza a las defensas rivales como el mejor de los delanteros, pero tanto el brasileño como Carvajal también necesitan que se les entienda, que se genere la clase de escenario que favorezca sus cualidades.

Carvajal y Marcelo encontraro­n su traje a medida en un partido donde a sus centrocamp­istas Kroos –Casemiro, Modric

y brindaron una noche memorable– se añadieron James y Asensio con una naturalida­d, una destreza y un despliegue extraordin­arios. De ese medio campo masivo, exquisito en la técnica y vibrante en la acción, fluyó la clase de juego armonioso, sencillo, que no simplón, y dinámico que el público interpretó a la primera con la misma clase de entusiasmo, como una fiesta de los sentidos, la clase de satisfacci­ón que no está ni en la épica, ni en el atropello. Está en el puro juego.

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