AS (Catalunya)

Nadal grita ante Zverev que el presente es suyo

Fundió en 5 sets al alemán de 19 años y jugará octavos con Monfils

- JESÚS MÍNGUEZ

Zverev En el quinto set, y tras un intercambi­o eterno, no pudo más

Rafa Nadal, con un excelente nivel físico y recursos, frenó el descaro de Alexander Zverev y se medirá a Monfils (6º del mundo) por un puesto en cuartos. El español había perdido sus tres últimos encuentros a cinco sets en torneos del Grand Slam.

Rafa Nadal gritó en Melbourne que quiere seguir siendo dueño del presente. Que todavía no ha llegado el momento de entregar el testigo. Escuchó su rugido al otro lado de la red Alexander Zverev, el nuevo prodigio del tenis de sólo 19 años al que acabó reventando en cinco sets: 4-6, 6-3, 6-7 (5), 6-3 y 6-2 en 4h 05.

En la Rod Laver Arena se disputaba un partido que daba un pasaporte a octavos de final (el rival será Gael Monfils mañana, que eliminó a Philipp Kohlschrei­ber por 6-3, 7-6 y 6-4), pero, sobre todo, que podía precipitar el futuro. Zverev, líder de la NextGen, era la gran piedra de toque para calibrar el estado de Nadal. El alemán es un tenista de 1,98 que domina todos los golpes, luce un revés como un bisturí y, por encima de todo, tiene la mentalidad de un campeón. Sí era el test definitivo. Y el español lo superó con su sello: morir antes que rendirse. Nadal ha recuperado su identidad.

Zverev, señalado por Nadal como “futuro número uno y ganador de Grand Slam”, terminó acalambrad­o. Roto. En el quinto set, el de Manacor comenzó rompiendo su saque. Y fue capaz de recuperarl­o. Pero en el quinto juego, Nadal sacó el mazo. Llevó al espigado teutón a un intercambi­o brutal de 37 golpes, que se adjudicó, y acabó fundiendo por fin los plomos y la resistenci­a del número 24 del mundo. Tuvo que pedir asistencia tras ceder el servicio. Todo había acabado en la frontera de ese quinto set que, como el muro de la maratón, sólo es apto para mentes y cuerpos de hierro. Nadal había jugado 25 en su toda su carrera y había ganado 17, pero los tres últimos en partidos de Grand Slam fue incapaz de apuntársel­os contra Fognini, Verdasco y Pouille. Un dato que dice mucho. Vuelve a reinar en la agonía.

El físico de Nadal se ha liberado de la tortura de las lesiones. Y eso le permitió llegar con fuelle al tramo decisivo. Antes, fue capaz de superar la decepción de perder el tie-break del tercer set, que colocaba a Zverev 2-1. Consiguió 11 aces (el saque funciona como un reloj en Melbourne), 43 winners y supo leer el partido ante un rival que arriesgó como un veterano. Cuando le fue mal Nadal, por momentos se fue ala red yo ar estar“siete metros detrás”. Tuvo recursos, piernas, pulmones, fortaleza mental (“Acepté los momentos de nervios”) y hambre. Quiere ser protagonis­ta del presente. El futuro tendrá que esperar.

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ALARIDO. Rafa Nadal festejó una gran victoria.
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