AS (Catalunya)

La Liga revive y el Valencia también

- ALFREDO RELAÑO

Cuando De Burgos Bengoechea pitó el final las cámaras enfocaron al palco, donde Layhoon palmoteaba feliz, con una sonrisa que contrastab­a con la expresión de fastidio de Fernández de Blas, vicepresid­ente blanco. No era para menos. Ganarle al Madrid no es cualquier cosa. En un curso tan turbulento, con tantos malestares, una victoria así suena a reconcilia­ción. El Valencia ganó el partido a ley, con una salida feliz en la que lo hizo todo bien: la espera, el tránsito rápido, la llegada, el remate... luego, a medida que el partido le fue pesando y las lesiones le mermaban, resistió a base de coraje y atención la avalancha siempre impresiona­nte de un Madrid desatado. Algunos que llegaron tarde por culpa del horario extraño, se lo perdieron. Los que llegaron a tiempo, se frotaban los ojos: en diez minutos, el Valencia ganaba dos a cero, goles de sus fichajes de enero, Zaza y Orellana. Goles excelentes, sobre todo el primero, una perla de Zaza, delantero de estampa, inteligenc­ia y peligro. El Valencia se movía con el empaque de los grandes equipos europeos. Sujetaba al Madrid, salía con inteligenc­ia. Mestalla disfrutaba. Pero del Madrid nadie se puede fiar. Muy cerca del descanso, un error de Orellana en la salida provoca un centro de Marcelo a la cabeza de Cristiano, que remata a gol. 1-2. El Madrid quería este partido. Se notaba. Pero el Valencia no es que lo quisiera, es que lo necesitaba. Así que se dispuso a aguantar. El Madrid se le volcó con todo. Se hizo dueño del campo y el balón, buscó por el centro, por los lados, por arriba, por abajo. Fue media hora tremenda, luego una pausa y finalmente una tormenta tremenda. Rara vez pudo pasar el Valencia el medio campo, aunque sí llegó a forzar en una de ellas un penalti de Carvajal a Zaza, que se fue al limbo. Pero el partido estuvo en la otra área, donde un Valencia agotado, acalambrad­o pero heroico, ganó la orilla ante un Madrid tremendo. La Liga revive y el Valencia también.

“LAYHOON PALMOTEABA FELIZ, CON UNA SONRISA QUE CONTRASTAB­A...”

injustific­adamente titular, el abuso del balón colgado... Un escenario encapotado en el que el Valencia esperaba, con sus dos centrales atendiendo a todo, y era capaz de reprograma­rse a la contra, con Parejo y Enzo Pérez poniéndole nervio y Zaza entregado a la causa en una enorme labor de desgaste.

El partido alcanzó su punto de equilibrio hasta la aparición de Cristiano Ronaldo, un jugador determinan­te con y sin dedo en el gatillo. Revitalizó al Madrid en el peor momento y le devolvió al partido con un cabezazo tremendo a centro de Marcelo. Un gol clave a dos minutos del descanso. Antes Voro ya había ordenado retirada al relevar al lesionado Nani por un lateral, Siqueira.

De los vestuarios volvió un Madrid abrumador, con paciencia, vencido al lado de Marcelo, oprimiendo al Valencia contra su área, resignado a la larguísima condena de defender a toda costa. Aún así, Parejo dejó una joya estropeada por Keylor y Zaza pidió un penalti con tanta o tan poca razón como Cristiano poco antes.

Voro fue quitando atacantes a medida que Zidane gastaba las balas de Bale y Lucas Vázquez, que no tuvieron el efecto deseado. De hecho, el relevo de Modric le dio al Valencia una salida en la recta final, que a efectos contables le dejó muy poco al Madrid. Mestalla abrió la puerta de otra Liga.

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