AS (Catalunya)

MCL32: la esperanza naranja de Alonso

McLaren presentó en Woking su espectacul­ar monoplaza para esta temporada con una aerodinámi­ca detallista, variacione­s en su gama de colores y con la ambición de volver a ganar pronto en el Mundial

- M. FRANCO

Siempre hay algo fuera de control. Y ese es el miedo. Muy temprano estuvo cortada la M25, la autopista por la que se llega a Woking desde Londres, pero finalmente sobre las nueve abrieron y los elegidos pudieron llegar a la presentaci­ón del nuevo McLaren. Antes de llegar, preside una de las interminab­les rotondas un enorme concesiona­rio de Honda, después una iglesia y finalmente aparecen unas letras en color naranja: McLaren. Es lo que han intentado con este coche, tenerlo todo bajo control, un par de elegidos por el talento a los mandos, y piden ayuda divina para que Honda les regale un motor de verdad. Con esa sensación en el ambiente vivimos en Inglaterra una presentaci­ón de

Fórmula 1 de verdad, solo por eso McLaren merece buenos resultados. Al llegar a la fábrica bajamos por unas escaleras y varias azafatas nos ponen una pulsera… naranja. Después más escaleras y nos encontramo­s con un McLaren

650S, un precioso deportivo… naranja. Y finalmente los asientos son naranjas, incluso algunas corbatas naranjas.

Quedan diez minutos cuando subimos a un precioso auditorio, donde están los grandes jefes de McLaren y un coche cubierto. Luces, acción, ruido, música… se descubre.

Bello, naranja, negro, tal como contamos, a falta de que vean los detalles el coche tiene un alerón delantero espectacul­ar, trabajado al máximo con ciertas reminiscen­cias de aquel morro de morsa en el dorsal y una parte trasera también genial, en el centro aleta de tiburón

más elaborada en un monoplaza construido completame­nte nuevo en acero, fibra de carbono y titanio. En un segundo plano está Peter Prodromou,

uno de los padres de la criatura, mirando orgulloso sus alerones de mil apéndices. El coche es otra cosa, más grande, más de verdad, más F-1.

Después llegan los pilotos, aplausos, Alonso lleva a Vandoorne de la mano, los dos no dejan de mirar el coche incluso cuando hablan. Está todo. Lo tienen todo para ganar. Pero. Siempre hay peros en Alonso desde aquel 2006, a pesar de que el asturiano aparece con la barba rasurada y peinado hacia atrás, vestido de piloto, nada que ver con aquel que llegó de vuelta en 2015 con Dennis a su lado, ese que parecía un náufrago al que le hubieran puesto un traje.

Y quizá venía de eso, de un naufragio. Ahora es otra cosa, es el tercer año, quizá el tiempo necesario y, aunque algo resfriado, se le ve feliz, con energía. El pero, se me olvidaba ya, es Honda. Le preguntamo­s a

Boullier si este año tienen un

motor de verdad, se encoge de hombros, lanza una mirada con interrogan­tes, ‘¿Qué quiere que

le diga?’, dice sin hablar. Hasegawa al lado no promete nada más que trabajo, que ya es. Y los millones que traen cada año. Brown es más optimista ahora y habla de volver a ganar.

“No conozco a nadie que estando aquí piense en otra cosa

que no sea ganar”, dice Alonso. Y sonríe. Como casi todos en Woking. ¿Será porque al fin pudieron llegar todos por la M25? ¿O piensan en ganar? El tiempo dirá. Cuando nos vamos, ese McLaren 650S naranja rojo o rojo anaranjado de motor BMW nos recuerda que hemos visto algo, al menos, espectacul­ar.

Pilotos

No dejaron de mirar el coche durante la presentaci­ón

Retos

Brown, más optimista, habla de ganar de nuevo

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