El Nàstic agranda la crisis de un Zaragoza sin suerte
El equipo catalán prolonga su racha y sale del descenso
El Nàstic, penúltimo clasificado antes de comenzar la jornada, también asaltó La Romareda y agiganta la crisis de un Zaragoza sin suerte y en caída libre, que sólo ha sumado cinco de los últimos 24 puntos en juego y tiene ya a su entrenador, Raúl Agné, sin ninguna defensa posible, por más que lo ratificara anoche el presidente Lapetra, se supone que a la espera de lo que decida en las próximas horas el nuevo director deportivo Lalo Arantegui. Todo lo contrario que Juan Merino, que ha resucitado al Nàstic y lo que sacado ya de posiciones de descenso.
El partido era casi una final para los dos equipos, y se la apuntó el Nàstic tras remontar el gol inicial de Ángel, que estrelló otros dos balones en la madera ––Cabrera cabeceó también al larguero––, y fue el mejor de un Zaragoza al que únicamente le queda el objetivo de pelear por la permanencia. Y sin confianzas de ninguna clase, porque su deriva es peligrosísima.
El Nàstic salió al galope, como si quisiera asustar al Zaragoza desde el principio, pero se cayó enseguida del caballo. O, mejor dicho, lo derribó Ángel, que a los cinco minutos aprovechó un envío maravilloso de Lanzarote a la espalda de los centrales y cruzó con precisión ante la salida de Reina. Un gol de bandera que estuvo a punto de repetirse sólo tres minutos después, aunque esta vez el disparo de Ángel se estrelló en la base del poste derecho.
El partido entró entonces en una fase de cierta comodidad para el Zaragoza, que contragolpeaba con peligro y no pasaba apenas apuros, pero el Nàstic se fue rehaciendo en torno a su ideario futbolístico y a las apariciones de clase de Emaná, y a la media hora igualó el marcador con un golazo del chileno Juan Delgado desde fuera del área.
El empate llevó el duelo hasta el descanso a una lucha cerrada en el centro del campo, donde el Zaragoza intentaba robar rápido para lanzar siempre balones profundos a Ángel, un recurso del que abusó en exceso, mientras el Nàstic, más pausado, buscaba siempre la luz única de Emaná.
Los dos equipos volvieron de la caseta con las mismas intenciones, y de nuevo fue Ángel quien tuvo en sus botas la resolución del partido. El canario hizo un control espléndido a un gran pase de Cani, pero otra vez, como tantas otras, no tuvo una buena definición en el área.
Sí la tuvo el japonés Suzuki, libre de marca en el segundo palo, para cabecar un córner que había prolongado Xavi Molina y que le dio al Nàstic un triunfo de oro en La Romareda. Un resultado que deja al Zaragoza más abatido que nunca.