AS (Catalunya)

“El snow me hace sentir libre y ser yo misma”

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Queralt Castellet (Sabadell, 1989) sí que competirá finalmente hoy en la calificaci­ón de snowboard halfpipe de los Mundiales de Sierra Nevada al verse más recuperada de las heridas de una caída. “Quería estar aquí sí o sí”, dice.

Tuvo una durísima caída hace tres semanas en la que se fastidió la muñeca, una costilla y una vértebra, pero ha querido forzar y estará hoy en el halfpipe de Sierra Nevada. —Sí, claro. Quería competir aquí sí o sí. Es un Mundial, en España, en casa, con mi familia, que puede venir a verme. Me hace mucha ilusión y aquí estamos. Además, cada día voy mejor de la caída (lo que más le duele es la vértebra). Salgo del fisio machacada, pero voy recuperand­o cada vez más movilidad. Tengo molestias, aunque en este deporte estamos acostumbra­dos a ellas. Estoy bien y por qué no voy a poder competir con las mejores. —¿Acostumbra­da a las caídas y a los golpes?

—Si cada vez que tuviéramos un golpe o un problema muscular no subiéramos a la montaña, al final no iríamos nunca. En el snow hay muchas lesiones y se trata de poner una barrera mental para aislar el dolor y olvidarlo. Hay que aprender a vivir con esto. Por ejemplo, la muñeca me da guerra desde hace mucho tiempo y llevaba una protección, pero al final me la quité porque me bloqueaba. —-Con tanto impacto, ¿por qué se sube a una tabla?

—-Sobre la tabla de snow siento la libertad. Es cuando estoy mejor, cuando soy yo misma plenamente y todo lo que me rodea adquiere un sentido. Todo encaja en la nieve. Por eso lo hago, porque me encuentro conmigo. Es el deporte de mi vida y es lo que me apasiona. —Pero hay riesgo…

—Sí, pero hay un control dentro del riesgo. Las riders tenemos conciencia de lo que hacemos. Entiendo que a la gente le impresione ver el pipe (el tubo

donde compiten) tan empinado y cuesta abajo, pero al final te acostumbra­s al movimiento, al aire… Vas cogiendo feeling y lo normalizas. Por cierto, se dice que un buen pipe es aquel al que vuelves. —Es usted un poco nómada, ha vivido en Nueva Zelanda, en Suiza, en Austria... —Es que hay muy pocos pipes en todo el mundo, y tenemos que desplazarn­os muy lejos. Eso lo hace todo más difícil, mucho más costoso a nivel económico. Hay que invertir mucho. Y también está el tiempo que no pasas con tu familia, con tu gente… —En 2015 alcanzó en Kreischber­g el podio mundial.

—Aquella plata fue muy importante para mí, llegó el podio después de varios intentos. —También en 2015 vivió una situación muy complicada con la pérdida de su pareja y entrenador, Ben Jolly (falleció como consecuenc­ia de un tumor).

—Fue un momento muy difícil, pero tuve que aprender a aceptar la realidad como viene. Por eso estuve casi seis meses sin subir a la nieve, sin coger una tabla. Me quedé en Sabadell, en casa. Hasta que logré entenderlo todo y volví a recordar quién era yo. —Y ahora sigue viviendo en Nueva Zelanda y le entrena Ben Bright, el hermano de una ilustre rider como Torah Bright. —Sí. Me ha incitado a seguir una rutina diferente, compaginan­do el halfpipe con el slopestyle y el big air. Yo antes estaba sólo centrada en el pipe, y esta variedad de disciplina­s me ha ayudado a mejorar y a una comprensió­n mayor de la montaña. Además, me motiva mucho en el plano emocional y hace que disfrute en la nieve. —¿Ve un auge de su deporte?

—-Sí. El snowboard está creciendo cada vez más, sobre todo en la gente joven. Lo entiendo porque deja mucho para la creativida­d, para expresarte. Puedes mostrar tu carácter y tu forma de ser en una tabla.

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