AS (Catalunya)

Así no vamos a ninguna parte

- José Luis Cuenca Aladro

Lamentable lo ocurrido en la batalla campal entre padres sucedida durante el partido jugado por los equipos infantiles del Alaró y el Collerense en Mallorca. Pero, ojo, no seamos tan cínicos: los papás y las mamás de los niños no son los únicos culpables.

La responsabi­lidad de lo sucedido nos compete a toda la sociedad española en general, y a los estamentos del fútbol español (Federacion­es, Liga Profesiona­l, Consejo Superior de Deportes, Colegio de Árbitros, Colegio de Entrenador­es...) en particular. También a todos los aficionado­s y a los medios de comunicaci­ón.

En esta época de desencanto, confusión y falta de horizontes, educarnos en los valores es lo único que nos puede acercar al verdadero estado del bienestar. La buena educación es una señal inequívoca de civilizaci­ón. Pero está en desuso en nuestro país. Es nuestra asignatura pendiente. Hoy en día, llevar a un hijo o nieto a ver un partido de fútbol es un acto muy irresponsa­ble por el ejemplo impresenta­ble que dan muchos aficionado­s que se pasan todo el encuentro insultando al árbitro o al equipo contrario.

Nos han enseñado a odiar al rival, en el que sólo vemos al enemigo, que no al adversario con el que hemos de competir en buena lid. Las canteras de los clubes no se preocupan en formar personas y deportista­s, por mucho que digan lo contrario. No educan en los valores. A los niños, desde que se inician en benjamines, les enseñan únicamente a “ganar, ganar y volver a ganar”. El “sistema” por tanto, todo él, está viciado. No nos puede sorprender que luego sucedan cosas como las de Mallorca o parecidas. No, no, los padres no son los únicos “ultras”: lo somos todos (unos por acción directa y otros por inacción). Así no vamos a ninguna parte.

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