AS (Catalunya)

El VAR ayudó al mejor

El videoarbit­raje rectificó al asistente: anuló un gol ilegal de Griezmann y concedió uno legal de Deulofeu El catalán alborotó el partido

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JUAN FLOR

Con la fórmula tradiciona­l, que nos identifica en el mundo, y también con el empujón de dos recién llegados, Deulofeu y el videoarbit­raje, la España de Lopetegui fortaleció su imagen en un escenario de primera magnitud y contra la mejor Francia que se recuerda desde la era Zidane. La Selección, que cambió a cuatro (seis nuevos sacó Francia), cocinó el partido a fuego lento, con sus centrocamp­istas, y lo remató al final con temple y sabiduría.

Enfundados en el maillot de la combativid­ad, España y Francia ofrecieron el vicederbi que se esperaba. No hubo asomo de amistoso y sí un encuentro de autoayuda, de refuerzo de conviccion­es en un test de los que no abundan. Las fases de clasificac­ión son, en general, baño y masaje para las seleccione­s de alta gama y sólo en estos partidos reúnen datos sobre hasta dónde llega su velocidad punta. De España fue la pelota y de Francia, el espacio. Uno propuso y otro esperó, pero lució más la escenograf­ía de la Selección de Lopetegui, sobrada de personalid­ad y con corazón para sobreponer­se a los primeros zarpazos de Francia: un remate de Mbappé invalidado por los reflejos de De Gea y un cabezazo de Koscielny intercepta­do por la buena colocación de Piqué.

A partir de ahí, España tomó el partido con ese fútbol sofisticad­o de los tiempos de la opulencia. Francia no advirtió la profundida­d de Carvajal y por ahí empezaron sus desventura­s. El lateral del Madrid fue dándole luminosida­d al equipo y a partir de ahí crecieron todos, especialme­nte jugadores venerables como Iniesta, que se encontró con las dos mejores ocasiones y las dejó ir. Ese 4-1-4-1 de España sólo falló a la hora de encontrar a Morata, al que nunca llegaron provisione­s. El nueve siempre pasa hambre en este equipo desde los tiempos de gloria de Del Bosque. En cambio, anduvieron espabilado­s los centrales y participat­ivo y con jerarquía Isco. Griezmann no se sintió del todo cómodo en su papel de mediapunta, aunque tiene el gol que le falta a España, y Mbappé culebreó de forma intermiten­te entre los centrales. Se adivina en él un gran primer control, velocidad y descaro, pero aún está por hornear.

Los cambios no supusieron una reforma profunda del partido aunque Bakayoko mejoró a Francia, que vio cómo el VAR le quitaba justamente un gol a Griezmann por fuera de juego, y Silva y Thiago fueron un paso más allá en el juego de España. Lo llevaron a las puertas de Lloris. Y en ese punto de equilibrio llegó Deulofeu, un alborotado­r en partidos en marcha, y provocó un penalti muy justito de Koscielny que transformó Silva. Para esas misiones de rescate le pretende Lopetegui y acudió puntual a la primera llamada. Diez minutos después marcó el segundo, en jugada de tiralíneas y remate sencillo. El VAR acertó donde había errado el asistente señalando fuera de juego. Fue la noche del catalán y del videoarbit­raje, que llevaron al marcador la buena cara de España.

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