AS (Catalunya)

El cielo y el infierno

El Clásico ofreció una de sus mejores versiones, pero en la ruleta rusa final el Madrid descuidó su defensa y facilitó el gol final de Messi. Ter Stegen sostuvo antes al Barça. Hay Liga.

- DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO

► Partidazo. Antes de nada, habrá que decir que es un orgullo tener una Liga en la que están los dos mejores equipos del mundo. No me extraña que 650 millones de personas siguieran este espectácul­o, aunque el final fue dramático para mi corazón blanco y para millones de madridista­s, que no merecíamos un desenlace tan cruel. El fútbol es una maravillos­a locura que acostumbra a meternos en una montaña rusa en la que las subidas y bajadas son tan brutales que terminan por convertirt­e en esclavo de tus emociones. Les prometo que cuando marcó James me sentí el hombre más feliz de la Tierra. Qué orgullo ver a mi Madrid levantar un partido que estaba cuesta abajo y sin frenos por el resultado (1-2), que se unía a la injusta expulsión de Ramos. Con diez en el campo y todo en contra, ese ADN del Madrid que lo convierte en un club único remontó la montaña hasta lograr lo que parecía más difícil. Incluso, con 2-2 los hombres de Zidane se fueron a por la victoria en un alarde de osadía... y de falta de cabeza. Esa última jugada va a martillear nuestros pensamient­os varios días. La arrancada de Sergi Roberto retrató la falta de concentrac­ión de los míos, que estaban volcados al ataque de forma suicida. El factor corrector lo tuvo Marcelo, pero no se atrevió a hacer una falta que era tan necesaria como vital para tapar esa contra que acabó de la forma que más podía doler a un madridista. Con gol de Messi en el último suspiro. No suelo regalarle los oídos al argentino, pero asumo que hizo un partidazo y negar la evidencia sería mezquino. Messi nos destrozó. De hecho, si él no hubiese jugado el Madrid habría ganado fácil. Pero hay que levantarse y no quedarse lamiéndono­s las heridas. Pasamos del cielo al infierno. Qué faena.

► Hernández Hernández. Dejando a un lado el gran fútbol que vimos de los dos equipos, es necesario denunciar la falta de personalid­ad del árbitro. Le vino muy grande... El canario no tuvo bemoles para pitar el clarísimo penalti que le hizo Umtiti a Cristiano en el minuto 1. Eso cambiaba todo el Clásico. Pero el colegiado hizo un Clos Gómez. Tampoco en el Camp Nou pitaron el claro penalti de Mascherano a Lucas Vázquez. No se extrañen. Les voy a dar un dato terrible y revelador. ¡Al Barça sólo le han pitado un penalti en las últimas 77 jornadas de Liga! Han leído bien. Dos Ligas enteras y un partido más con sólo un penalti en contra (a Guidetti, en el Camp Nou). Y aunque es verdad que Casemiro pudo irse a la calle antes del descanso, no es de recibo la roja a Ramos. Era amarilla. Y punto. Si no te pitan un penalti claro y echan a tu capitán de forma inmerecida, no hace falta que les diga que el Barça en los Clásicos de este curso ha tenido un colchón de seguridad que le permite seguir vivo en la lucha por el título...

► Porterazos. Ter Stegen y Keylor Navas fueron los mejores de cada equipo. Eso demuestra la vocación ofensiva con la que jugaron. Sobre todo el alemán, que fue clave para que el Barça siguiese vivo antes de la jugada del 1-2, en la que Rakitic lanzó un tirazo imparable. Pero los porteros están para eso y no es excusa. Lo que sí es censurable es la fijación por alinear a Bale pese a estar lesionado. Sus sóleos de ‘Alto Riesgo’ merecían una suspensión cautelar antes de incluirlo en el once. El galés se rompió a la media hora, como nos temíamos todos, y lastró un cambio. Zidane debe olvidarse de la BBC como algo innegociab­le o tirará la temporada a la basura. El escudo debe estar por encima de los nombres. Eso sí es INNEGOCIAB­LE.

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